Desengáñense las almas tiernas de la derecha: En lo que piensan los socialistas cuando hablan de "convivencia" y de "derecha moderada" es en un régimen de partido único en el que se tolere la subsistencia de una oposición de derechas siempre y cuando renuncie a alcanzar el poder. Felipe González casi lo logró con Fraga cuando otorgándole el campanudo título de "jefe de la oposición" consiguió su renuncia a desbancar a los socialistas del poder. Para éstos, la derrota de 1996 se debió a dos cosas: primero, a la actitud de los comunistas, que se aliaron con la derecha para derrotarle; y segundo, a haber permitido que campara a sus anchas la prensa libre, lo que llamaron "el sindicato del crimen".
Hoy buscan no volver a cometer los mismos errores que González. Lo primero que hizo Zapatero en 2004 fue atraer al redil a la extrema izquierda, convirtiendo a IU en una excrecencia de sí mismo. Luego, intentaron que una parte de la derecha se hiciera cómplice de su proyecto apelando a la "moderación", es decir, sumisión a su proyecto político a cambio de unas migajas de poder. El ejemplo más claro es el "caso Gallardón".
Hasta ahora, el proyecto socialista ha fracasado desde el momento en que el PP está en condiciones de ganar las elecciones. Pero este partido no ha sido el único que ha impedido el proyecto de ZP. Junto a él, ha habido otros tres caballos que han tirado del carro de la derecha: algunos medios de comunicación, la derecha católica y las víctimas del terrorismo. Y estos constituyen para el PSOE un error que quiere subsanar.
Los socialistas no están dispuestos a cometer el mismo error que en 1996; la incipiente sociedad civil liberal-conservadora, con sus medios de comunicación, organizaciones, think-tanks, asociaciones y fundaciones, va a estar después de marzo en el punto de mira de Zapatero. Va a ir a por todos ellos de manera poco disimulada, por considerarlos el eslabón más débil de la derecha. Para esto necesitará dos cosas; por un lado, leyes y, por otro, jueces dispuestos a aplicarlas. Si gana las elecciones, se lanzará a conseguir las unas y los otros.
Para ello se harán con el control del Consejo General del Poder Judicial, que es algo que el PP ha podido impedir hasta ahora, pero que no podrá evitar por más tiempo si el PSOE gana las elecciones. Ello les permitirá controlar a su vez los futuros nombramientos para los tribunales más importantes. Será el primer paso.
Lo siguiente será elaborar una especie de ley de defensa de la democracia que permita dar el tercer paso, que los jueces amigos sancionen y definitivamente silencien aquellas voces que no compartan el pensamiento único que se está queriendo imponer a todos los españoles desde 2004. Con la excusa de estar castigando comportamientos homófobos, católicos fundamentalistas, antidemócratas, antislamistas, racistas y fascistas, amordazarán, mediante sanciones que serán a veces penales, las voces críticas que hoy se les oponen. Será el principio del fin del pluralismo actual, en nombre de la paz, la convivencia y la moderación.
Si aún queda algún ingenuo respecto a este proyecto, más vale que espabile cuanto antes. Esto es lo que se prepara después del nueve de marzo si Zapatero sigue en La Moncloa: la caza judicial sistemática de quienes se les han opuesto en el pasado. Legislarán, denunciarán y acabarán con toda oposición mediática, social y cultural. Estas elecciones no son tanto unas elecciones donde se enfrentan el PSOE y el PP, sino unas en las que se elige entre uniformidad y libertad. Por eso son tan importantes, y por eso es tan importante ser conscientes de lo que estará en juego con la reelección de Zapatero.