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Enrique Dans

Los bajos fondos de la red

En la red existen unos bajos fondos, que en muchos casos se encuentran poblados por personas directamente estúpidas.

En la red, como en todas partes, hay un poco de todo. De la misma forma que en casi todas las ciudades hay zonas peligrosas, poco recomendables o inseguras, en la red hay también comportamientos y temas que acarrean determinados peligros. Hay delincuentes. No tantos como exageran todos los días esos telediarios que cada vez que pronuncian la palabra "internet" lo hacen vinculada irremisiblemente a phishing, pederastia, acoso o las siete plagas del Apocalipsis, pero, como las meigas en mi tierra, haberlos, haylos.

No es algo sobre lo que haya que ponerse histérico ni paranoico, ni hacer de ello una cuestión de Estado como algunos políticos pretenden: se trata de cosas inherentes a la naturaleza humana, que surgen en prácticamente todos los ámbitos (por lo general, los delitos en internet ni siquiera son más frecuentes que fuera de la red) y que, por lo general, se corrigen mediante la educación de los usuarios y, en algunos casos, mediante la acción policial ordinaria de unos Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado cada vez mejor formados en estas lides.

Delincuentes son, por ejemplo, quienes ofrecen a los incautos usuarios, en general jóvenes, programas que supuestamente les permiten averiguar quiénes les tienen eliminados o bloqueados en la lista de contactos de su adorado Messenger: tras averiguar su usuario y contraseña, no solo no cumplen lo prometido, sino que además utilizan dichas cuentas para actividades delictivas, envío de correo basura y lindezas afines.

Más delincuentes son si, tras ver que un blog informa a los lectores acerca del fraude, se dedican a conminar a éste para que elimine la entrada en la que se refiere a ellos, bajo la amenaza de atacarlo. Genbeta es un blog tecnológico dedicado al software, un blog que vive de la publicidad: si es atacado mediante un ataque distribuido de denegación de servicio (Distributed Denial of Service attack, o DDoS), sus pérdidas ocurren de manera constante, como quien deja un grifo abierto, cada minuto que transcurre con la página inaccesible. La amenaza, de hecho, equivale a una censura: si no borras esto, lo pagaras caro.

La pasada semana, los delincuentes de la red cumplieron su amenaza: un DDoS es un ataque para el que se utilizan redes de PCs zombies, infectados con software que permite al atacante lanzar un ataque coordinado desde un número elevado de máquinas. Habitualmente se trata de ordenadores con Windows instalado pero poco protegido, carente de parches de seguridad, etc., que se ponen a enviar solicitudes a la página incesantemente, hasta lograr colapsarla y hacerla inaccesible. El ataque puede durar varias horas o varios días, y convertirse en algo contra lo que puede ser tan difícil luchar como identificar a los delincuentes. En otras ocasiones, sin embargo, se descubre que los delincuentes son unos niñatos, tan incapaces de cubrir sus huellas como de sorberse los mocos, y que pueden ser identificados de manera tan rápida como evidente: su irresponsabilidad y estupidez sólo es comparable con la magnitud del daño que pueden llegar a causar, como un niño jugando con un arma cargada.

En este caso, además, los autores del ataque fueron mucho más lejos: atacaron al citado Genbeta, pero también al filtro social Menéame cuando éste se hizo eco y se convirtió en fortísimo difusor de la noticia, y acabaron, en alocada carrera, por atacar el blog personal de Ricardo Galli, creador de Menéame, y hasta al mismísimo WordPress donde éste se encuentra alojado. ¿El resultado? En primer lugar, el contenido que pretendían censurar se encontró con un fortísimo "efecto Fuenteovejuna": cientos de blogs de todo tipo, tamaño y condición tomaron la decisión de copiar la entrada original de Genbeta y reproducirla, con la idea de que por malos que fueran los malos, no serían capaces de bloquearlos a todos: el efecto contrario al pretendido por los niñatos delincuentes. Además, la visibilidad en buscadores de la entrada problemática creció notablemente por efecto de los vínculos entrantes, lo que contribuyó también a la visibilidad del contenido. Y finalmente, si ya de por sí es estúpido hacer este tipo de cosas, mucho más estúpido es hacérselas a Ricardo Galli: a las pocas horas del ataque, Ricardo había identificado y localizado a sus autores con nombre y apellido, y hasta había llamado por teléfono a uno de ellos y formulado la denuncia ante las policías española y argentina.

La conclusión resulta clara y contundente: en la red existen unos bajos fondos, que en muchos casos se encuentran poblados por personas directamente estúpidas. En internet, como en todas partes, hay malos malísimos y tontos tontísimos. Y gracias a la arquitectura de la red, además, resulta más fácil atraparlos cuando se descuidan. A ver si ahora, además, los someten a una pena ejemplarizante y vemos como pagan por sus tropelías.

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