Rosa Díez ha sido agredida. ¿Por qué? Por ser demócrata. Por desgracia, este ataque era previsible, sencillamente, porque otros candidatos demócratas ya habían sido amenazados, insultados y agredidos en situaciones similares. Por otro lado, tampoco la Universidad Complutense, la misma que premió al dictador Hugo Chavez Frías, es un lugar que garantice el debate libre de ideas para alcanzar bienes en común. Hoy por hoy, esta universidad, como en general la mayoría de las universidades de España, está al servicio del poderío socialista, nacionalista e independentista. Nada, pues, es nuevo en la agresión de la dirigente de UPN. Nadie se escandalice ni crea que esto parará el día 9 de marzo. Nadie venga con el cuento de que estos violentos son unos pocos radicales; en efecto, son pocos... Sólo faltaba que hubieran acompañado a esos energúmenos los responsables intelectuales que los protegen, que no son otros que quienes respaldan las políticas de "criminalización" del adversario político.
Por lo tanto, no nos engañemos, esto seguirá, porque es una pieza clave de la estrategia de Rodríguez Zapatero para mantenerse en el poder y, por supuesto, para sobrevivir en la oposición. O sea, pase lo que pase, el PSOE de Zapatero jamás renunciará a la violencia como método de ocupación del espacio público. El pensamiento político de este hombre es corto pero contundente como la tradición socialista: hay que hacer compatible el monopolio de la violencia legítima que tiene el Estado por un lado, con la violencia revolucionaria que, en un momento dado, puede ejercer un partido, o peor, un movimiento socialista, para conquistar la jefatura del Gobierno. Ese esquema clásico de la izquierda totalitaria sigue funcionando en los órganos del PSOE y en la mentalidad de millones de sus votantes. El PSOE no sólo no ha hecho su transición democrática, sino que jamás la hará, porque desaparecería como partido, o sea, como movimiento.
De ahí que Rodríguez Zapatero seguirá utilizando el miedo, la coacción y la violencia contra sus adversarios políticos; pero, sobre todo, no renunciará jamás a seguir negociando con los terroristas para seguir amedrentando a España. Ese uso de la violencia que hace el socialismo es el principal escenario para analizar los ataques a Rosa Díez y al resto de dirigentes demócratas que combaten a Rodríguez Zapatero a través de la palabra y las ideas. Al margen de simulacros y teatros, dudo de que los nacionalistas, los terroristas, los independentistas, los socialistas y los comunistas sean agredidos a la hora de defender sus proyectos.
La violencia que se ejerce en España en las universidades es, en fin, el triunfo de las políticas socialistas de exterminio de la oposición. La izquierda española en general, y el PSOE en particular, nunca pedirá perdón por las agresiones que cometa contra sus adversarios como jamás reconocerá que al negociar con ETA durante más de tres años ha causado un grave quebranto al Estado de Derecho, pues cualquier criminal en potencia, o sea, cualquiera que utilice la violencia física contra su adversario, puede ser elevado a sujeto político.
La incultura de la violencia, o sea, negociar con los violentos y criminales está rompiendo la democracia con la colaboración del presidente del Gobierno, quien es, sin duda alguna, el primer culpable de la violencia que se ha instalados en los espacios público en general, y en las universidades en particular.