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Cristina Losada

Zeta, el proleta

Están por calcular los siglos de jornales que le costaría a una camarera, de esas a las que Solbes quiere además dejar sin propina, la adquisición de un guardarropa como el de María Teresa y la recolocada Calvo.

La cúpula del zapaterismo sufre estos días un ataque de proletaritis, provocado por la mala digestión de la entrada de Manuel Pizarro en las listas del PP. Pero no se aflijan los compasivos, que la dolencia es fingida. Los actuales dirigentes del PSOE están tan lejos de los trabajadores, si no más, como los que dejaron en herencia tres millones de parados y la quiebra de la Seguridad Social. Aquellos desvalijaron las arcas mientras vestían chaqueta de pana en los mítines. La legislatura de Zapatero se inauguró con las ministras haciendo de marivogues no ataviadas precisamente con el mono de trabajo. Están por calcular los siglos de jornales que le costaría a una camarera, de esas a las que Solbes quiere además dejar sin propina, la adquisición de un guardarropa como el de María Teresa y la recolocada Calvo. Y todo a cuenta del contribuyente. Pues una de las características de los compañeros que hoy ocupan las poltronas es que han vivido siempre, bien de la política, bien de la Administración, especialmente, rama universitaria. Bien no; muy bien. Y cobrando de lo que se le quita a la gente del bolsillo y, en particular, a los trabajadores. Carga que su Gobierno ha aumentado y a la que se ha añadido la inflación, el "impuesto" que termina de empobrecer a los pobres.

Lo único que le queda de obrero al PSOE es la "o" de las siglas y ese ramalazo de hacer demagogia contra los ricos. Contra algunos ricos, por mejor decir, que hay grandes empresarios, gigantes financieros y conocidos multimillonarios con los que el zapaterismo se lleva a partir un piñón y una Endesa. Los más íntimos colaboradores del presidente en materia económica son los chicos del clan de Intermoney, que no se ganan el pan en la cadena de montaje, aunque de montajes saben tela. De manera que ni por sus amigos ni por su procedencia social ni por su currículo ni por su estilo de vida presenta la clique de ZP relación alguna con el mundo del trabajo. Del de verdad. Lo más parecido a un curro que realizó el presidente, hijo de familia acomodada, fue una breve temporada como profe auxiliar de Derecho en la Universidad. Tanto sus mosqueteros, como los primeros figuras de su gabinete, prácticamente sólo conocen como fuente de ingresos la política. Algunos no tienen oficio, pero todos han obtenido beneficio. Ya pueden cantar la Internacional, que no se les pondrá cara de parias de la tierra.

Zeta, el proleta, este nuevo personaje del teatrillo electoral socialista, resulta todavía más inverosímil a la luz de los datos que arroja su etapa de gobierno en materia de igualdad social y reducción de la pobreza. Como señala aquí el profesor Buesa, de esto último no ha habido nada y de lo primero, hemos ido a peor. Los ricos son algo más ricos –ninguna novedad gobernando el PSOE– y los pobres, algo más pobres. El socialismo, en general, y el zapaterista, en particular, resultan altamente perjudiciales para los trabajadores. Razón de su empeño en ocultarlo bajo anacrónicas retóricas y aspavientos de profundo agravio ante la fortuna de quienes son ricos, pero no colegas. A Pizarro se la tienen jurada. No por rico, sino por haberles fastidiado el plan de malvender una empresa y con ello, la turbia operación política que había detrás. No dejarse comprar por el PSOE tiene un precio.

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