Contra lo que mucha gente cree, el terrorismo de gobierno (que no de estado) practicado por el PSOE bajo Felipe González no suponía un ataque radical a la ETA, sino el complemento de una política fundamental de negociaciones en pro de una "salida política". Se vulneraba así la ley por todos los lados, privilegiando a los asesinos a costa del derecho más elemental, e imitándolos al mismo tiempo en sus métodos. Una larga tradición del PSOE, por otra parte, complicado en el terrorismo casi desde sus inicios y de modo muy acentuado durante la república.
La negociación trataba, en apariencia, de "integrar" a la ETA en la democracia. Los partidarios de esa solución podían alegar el aparente éxito de la autodisolución de la rama poli-mili de la ETA (parte de la cual entró en el PSOE) y de algunos otros grupos terroristas. Sin embargo se trató de un recurso excepcional y en la estela del confusionismo ideológico creado por la salida de la dictadura (parecía una medida de reconciliación, y en alguna medida lo fue). Pero un recurso excepcional en una situación confusa no puede convertirse en método habitual sin socavar los fundamentos del derecho. Además, los polismilis abandonaron las pistolas (salvo los que se volvieron a la ETA "mili") sin que el gobierno cediese en materias constitucionales. Ha sido la persistencia en la "salida política", y no los atentados terroristas, lo que ha convertido a la ETA en un cáncer de la democracia.
A esta situación solo le puso remedio Aznar –especialmente Mayor Oreja, contra fuertes presiones, tipo Arriola–, decidiendo la aplicación de la ley a los asesinos y la disolución de sus organismos "políticos". ¡Y por fin empezó a verse luz al final del túnel!
Pero el actual gobierno ha vuelto a la situación anterior, agravándola al extremo. No solo ha proseguido unas negociaciones con los asesinos que por sí mismas constituyen una colaboración con sus objetivos, sino que sus negocios se han realizado en la perspectiva y la práctica de una liquidación de la Constitución por la vía de los hechos consumados. Ha sido un retroceso radical del estado de derecho, que ha convertido a la delincuencia etarra y al separatismo en árbitros de la política española.
Esta política no procede en modo alguno de una ingenuidad, como pretenden Rajoy y los suyos con ingenuidad igual de falsa. Procede de una doble idea, ajena a cualquier inocencia y compartida por la ETA y el gobierno socialista: que la nación española no existe y que la Constitución (la democracia española) está viciada de origen por provenir del franquismo: de nuevo la "memoria histórica", como base ideológica del proceso. Sin olvidar la soterrada admiración de tantos socialistas y asimilados, expresada por Cebrián y muchos otros, por los crímenes "antifranquistas" de los héroes del tiro en la nuca. Pues para estos antifranquistas retrospectivos, el antifranquismo lo lava y lo justifica todo. Y la operación se basa en un cálculo estratégico igual de "ingenuo": ofreciendo a los separatistas un "estado central residual", convirtiendo a España en un amasijo de estados libres asociados o cosa por el estilo, se cimentaría una alianza electoral que, dada la relación de fuerzas, mantendría al PSOE indefinidamente en el poder.
Dentro de esta estrategia, realmente golpista, la colaboración con los asesinos ha incluido actos tan concretos como chivatazos o la entrega a la ETA, a través de la legalización de sus tinglados, del censo de ciudadanos de las Vascongadas, con sus direcciones; y de una considerable financiación con dinero público, dinero escatimado o negado a numerosas asociaciones democráticas, empezando por la AVT.
Este conjunto de acciones es, a mi juicio, bastantes más grave que el GAL y bastante más corrupto que la corrupción económica típica del PSOE, que llevaron a la cárcel a varios dirigentes socialistas. Y, desde luego, la operación continúa: el gobierno y su Congreso siguen empeñados en sus negocios con los pistoleros. De momento están un poco enfadados entre ellos, y las detenciones de etarras se han multiplicado. Pero es muy distinta una detención con el horizonte de largos años de cárcel y fracaso de la banda criminal, que una detención en la perspectiva de una liberación a los pocos meses o pocos años, convertido el asesino en héroe popular y habiendo logrado la ETA gran parte de sus objetivos.