El espectáculo bochornoso que se ha vivido este sábado en San Mamés vuelve a poner en el mapa, a dos meses de las elecciones generales, la realidad política de esta legislatura que está a punto de acabar. Los promotores de este aquelarre independentista para el que se empleó la excusa del futbol no son sólo los amigos políticos de Rodríguez Zapatero; los propios socialistas han participado también en ese encuentro de futbol entre Cataluña y el País Vasco y lo han convertido en un auténtico mitin de apoyo a la independencia y la ruptura constitucional.
Cuando dos gobiernos como los ejecutivos autonómicos vasco y catalán utilizan el deporte para alcanzar sus fines políticos es que han llegado a lo más bajo, a una sima muy alejada de los verdaderos intereses de los ciudadanos. Pero además, en este caso, no se puede dejar de lado que uno de esos dos gobiernos está presidido por el socialista Montilla, un ex ministro de Zapatero que no ha escondido sus obsesiones catalanistas. Es verdad que Montilla no estuvo en San Mamés, pero no hay que engañarse; su ausencia no es más que una escenificación para intentar dulcificar su imagen nacionalista. Montilla no estuvo en el palco de San Mamés, pero si no hubiera ejercido de muñidor de esta nueva feria independentista este partido jamás se habría celebrado.
Es verdad que lo visto este sábado en Bilbao no es nuevo, pero también que a poco más de dos meses de las elecciones generales cobra un especial significado. Rodríguez Zapatero lleva siendo desde hace cuatro años el más claro valedor de los nacionalismos independentistas. Ha sido el mejor respaldo que podían desear quienes persiguen la ruptura de la estabilidad constitucional. Y este último partido de fútbol es una chusca representación de uno de los dos grandes objetivos de esta legislatura: la ruptura de la estabilidad constitucional, es decir, el cambio unilateral en el modelo de Estado.
San Mamés no es el final del camino. Es un paso más hacia ese nuevo modelo que Rodríguez Zapatero se va a empeñar en seguir impulsando si gana las elecciones del 9 de marzo. San Mamés no es sólo un circo, que también. Es un ejemplo de lo que nos espera, de lo que se nos viene encima en caso de un nuevo triunfo del PSOE. Zapatero, en manos del nacionalismo independentista, dispondría de cuatro años más para terminar la obra que ha dejado a medias en esta legislatura. El aquelarre independentista de San Mamés es una referencia obligada para evaluar cuál sería nuestro futuro de seguir Zapatero en el poder.