Lo sucedido este martes con la votación de la reprobación en el Congreso de la ministra Álvarez es el ejemplo sintomático de la realidad de este Gobierno, un Ejecutivo terminal, ahogado en sus errores y paralizado por sus engreimientos. El nivel político del Gobierno Zapatero es muy bajo. Lo ha sido durante toda la legislatura, pero en estos momentos se encuentra bajo mínimos. Atrofiado, ajado, sin resortes ni capacidad de reacción. Un Gobierno que lleva muchos meses dando bandazos, cometiendo infinitos errores, sin ninguna humildad y empecinado en la torpeza y la inutilidad.
Ese ha sido el panorama general de esta legislatura. Son muchos los nombres propios que lo ilustran nítidamente, pero también hay que decir que si tuviéramos que escoger uno solo, deberíamos quedarnos con Magdalena Álvarez. Es cierto, eso sí, que hay mucho donde escoger; una larga lista en la que Moratinos, Cabrera, Trujillo, Caldera o Montilla competirían duramente para ganarse el número dos. Pero en fin, el primer puesto lo tiene garantizado la que fuera conocida como Lady Aviaco.
La ministra de Fomento se ha convertido en referencia obligada a la hora de hablar de incompetencia, inoperancia, inacción, descaro, soberbia, incoherencia, chulería, tosquedad, zafiedad e intolerancia. Por más que se le intente ver el lado bueno, es que no lo tiene. Es un ejemplo único de lo que nunca debe hacer un ministro de un Gobierno que quiera ser mínimamente eficaz en su función principal: serle útil a los ciudadanos. Álvarez reúne todo lo que hace daño a un Gobierno; lo que deteriora su imagen y le impide mantener mínimamente el tipo en una legislatura.
La culpa del caos en Barcelona es de Álvarez, sin ninguna duda. Pero, ojo, también lo es de un presidente del Gobierno que la mantiene en el cargo y de un PSOE que negocia con tránsfugas para que fracase su reprobación. Si Rodríguez Zapatero, simplemente por no dar su brazo a torcer, se niega a cesar a Álvarez asume toda la larga lista de desaguisados de esta ministra, que se puede catalogar como una de las menos cualificadas de quienes han pasado por el Gobierno de España en estos treinta años de democracia. No sólo por sus nulos resultados, sino especialmente por su tozudez a la hora de no rectificar bajo ningún concepto al quedar al descubierto sus muchos errores.
Estamos a cien días de las elecciones generales y el presidente Zapatero se ha visto involucrado en la reprobación de la ministra de Fomento; una situación que deja bien clara la situación en la que se encuentra este Gobierno. No estamos ante una ministra en apuros, ni siquiera ante un Ejecutivo en dificultades, sino ante un presidente incapaz de gobernar y de crear equipos. Zapatero no sabe escoger a sus ministros, que en consecuencia carecen de capacidad y de preparación y son incapaces de hacer su trabajo con eficacia. Así son ZP y los suyos.