Vista la cantidad de ataques a la Policía, de destrozos de mobiliario urbano, de ataques a centros públicos –incluida la facultad de Derecho de una Universidad–, que la violencia de extrema izquierda viene perpetrando estos días, ya sea en Madrid, Tarragona, Sevilla o Barcelona, parecería que en lugar de protestar por el asesinato de Carlos Javier Palomino, tratara de emular a sus verdugos.
Lo cierto es que este repugnante asesinato perpetrado por un neonazi no es para estos grupos de extrema izquierda más que una excusa para una violencia que ya justificaban y practicaban desde mucho antes. De hecho, el último capítulo de esta ola de salvajismo ha sido una reyerta entre distintas facciones "antifascistas" que ha causado tres heridos, en una manifestación ante el Museo Reina Sofía que previamente había contado con la presencia y el aliento del dirigente de IU, Gaspar Llamazares.
Lo más repulsivo es que se autodenominen "antifascistas" cuando, en realidad, lo que atacan son los pilares de la libertad política y económica. Aunque Gaspar Llamazares haya abandonado la manifestación antes de que se produjeran los incidentes, ¿va a condenar el dirigente de IU todas estas manifestaciones de violencia que, como ETA o el GRAPO, tienen la desfachatez de utilizar el anti-fascismo como bandera?
Claro que, ¿qué cabe esperar de quien un día antes negaba rotundamente en televisión española el carácter dictatorial del régimen castrista salvo un estimulo a la barbarie totalitaria?