Para los que consideramos que el Estado de Derecho no admite intermitencias en la lucha contra el terror, no sabemos que es peor: si el informe policial desvelado por El Mundo, que revela que ETA y el Gobierno del 14-M ya han reanudado sus conversaciones, o el "desmentido" de Rubalcaba asegurando que el Ejecutivo está en "plena fase de confrontación" con la organización terrorista. ¿Se imaginan semejante desmentido por parte de un marido al que su mujer le preguntara si ha vuelto a liarse con su amante?
Lo decisivo del "desmentido" de Rubalcaba es que, entre otras cosas, confirma lo que el propio ministro de Justicia confesó de forma más clara. A saber: que la ruptura y la confrontación gubernamental con ETA, en la que supuestamente nos encontramos, es, en el mejor de los casos, algo tan efímero como una "fase"; algo que bien puede expirar, pasadas las elecciones, si Zapatero se mantiene al frente del Gobierno, incluso del PSOE. Eso por no recordar que este "marido" que quiere hacer creer que está "en plena fase de confrontación" con su amante le sigue pagando el piso, tal y como accede el Gobierno del 14-M con ETA, a través de la subvención pública de ANV y PCTV.
Lo único que tiene de inverosímil ese "informe policial" es el papel decisorio que otorga a los presos, cuando lo relevante siempre ha sido y será lo que hagan o dejen de hacer los que siguen en libertad, o que considere que ETA pueda ver el futuro político de José Luis Rodríguez Zapatero tan negro como para que sea preciso, antes de las elecciones, un "gesto" de la banda que el PSOE pueda volver a utilizar como reclamo electoral y de supuesto acercamiento hacia la "paz".
Por lo demás, el informe policial no viene sino a "revelar" cosas que este Gobierno socialista ya ha dejado en evidencia. Así, eso de que ETA vea en el Gobierno de Zapatero a "un interlocutor dispuesto a ceder en parte a sus pretensiones" ha sido y es un permanente objetivo no confeso del PSOE. ¿O no fue Zapatero el que, antes de llegar oficialmente la última tregua, no garantizó públicamente a ETA que, con ella, "todo tendrá cabida tenga el alcance que tenga"? ¿Acaso no fue el propio dirigente de los socialistas vascos, Patxi López, quien el 15 de octubre de 2006 afirmó públicamente, refiriéndose a ETA, que "habrá que admitir parte de las razones del adversario para conseguir un acuerdo histórico para que desaparezcan 40 años de violencia"?
Lo más delirante es que el propio Rubalcaba ha confirmado en su "desmentido" esa disposición gubernamental a ceder ante ETA, al afirmar que, durante las negociaciones, "parecía que –el de los presos- no era un problema acuciante para ellos" y "que querían empezar el diálogo por otro lado, y nosotros lo respetamos". Con ese infame "respeto", Rubalcaba ha dejado involuntariamente en evidencia la propia disposición del Gobierno socialista a negociar cosas, al margen del futuro de los presos, que nunca ha estado dispuesto a negociar Gobierno alguno bajo ninguno de los siempre mal llamados "procesos de paz". Zapatero, además, adquirió esos compromisos con ETA desde antes de que la organización terrorista emitiera aquel chantajista comunicado de "alto el fuego". Vamos, lo mismo que hicieron los separatistas con ETA en Estella antes de la tregua del 98.
Hasta tal punto este Gobierno nihilista ha dejado en evidencia que no tiene propósito de enmienda que, tras el fin del alto el fuego, recurrimos al concepto económico de "coste de oportunidad" para explicar la pretensión socialista de que "los terroristas no se fijen en lo que a Zapatero le queda por cumplir de sus 'compromisos adquiridos', sino en lo mucho que ETA tendría que perder si, en lugar de tenérselas que ver con Zapatero en el Gobierno, fuera con Rajoy". En eso está el Gobierno del 14-M, incluso con sus desmentidos. Espérense a que pase la "fase" electoral.