La campaña que los medios de comunicación y opinadores afines al PSOE están llevando a cabo contra los periodistas críticos con el Gobierno se situó el pasado martes por la noche en una nueva sima moral. Durante el programa de TVE 59 segundos José María Calleja, redactor jefe de CNN+ y antiguo defensor de las víctimas del terrorismo, causa trocada recientemente por el apoyo incondicional a la política de acercamiento de Rodríguez Zapatero a ETA, insultó a Isabel San Sebastián, a quien acusó de "defender a la extrema derecha golpista" cuando la periodista expresaba su opinión desfavorable a la actuación del Gobierno en el caso de los españoles presos en Chad.
Ante la cobarde indiferencia de los participantes en el debate (con la única y honrosa excepción de José Antonio Sentís, analista de La Razón, que defendió a su colega agredida), la actitud vergonzosa de la "moderadora" Ana Pastor, quien no dudó en llamar al orden a San Sebastián a pesar de la agresión verbal que ésta estaba sufriendo, y los reiterados improperios de Calleja, que en tono chulesco y amenazador insistía en que la periodista había "engordado a ETA", Isabel San Sebastián no tuvo más remedio que abandonar el estudio. Una decisión perfectamente comprensible, pues si algo quedó claro en el programa es que Calleja y otros no tenían ninguna intención de debatir, sino de injuriar, tanto a la cadena Cope –repetían "la cadena de los obispos" con la misma inteligencia con que un loro imita la voz de su amo– como a San Sebastián.
Zafiedad, calumnia y destrucción personal, estas son las consignas que la izquierda mediática parece haber recibido de alguien y que reproduce de forma cada vez más obsesiva y compulsiva. El nerviosismo de los socialistas ha llevado a la sustitución del debate y la controversia por las acusaciones de golpismo, la petición de cierre de los medios que permiten la difusión de informaciones y opiniones incómodas para Rodríguez Zapatero, e incluso las amenazas contra quienes osan reprobar algún aspecto de la agenda política de la izquierda o de los nacionalistas. Un comportamiento más afín a las prácticas de la Komintern y al estilo de la fenecida prensa falangista que al respeto que cabe esperar en una sociedad democrática.
El discurso mórbido, mendaz y corrosivo de la legión mediática que defiende los intereses del PSOE y sus aliados no hace sino desinformar al público, envenenar la convivencia pacífica entre españoles y amenazar gravemente la libertad de expresión, cuyo ejercicio siempre hemos defendido, tanto para nosotros como para nuestros competidores. No será desde aquí que se pida el cierre de El País o de la cadena SER por la contumacia con que estos medios publican informaciones falsas, o que se tilde a José María Calleja de criminal (otra cosa son las acciones legales que los perjudicados por estas conductas quieran emprender contra ellos). Libertad Digital, fiel a los principios que lo vieron nacer, seguirá denunciando la impostura y los atentados contra la libertad, y al mismo tiempo defenderá, sin falsos corporativismos ni medias tintas, a las víctimas de la violencia desatada por los medios progubernamentales. No podrán callarnos.