No hay que extrañarse de que el partido de Zapatero, que ha hecho de la mentira su modo de acceso y permanencia en el Gobierno, recurra de nuevo a la manipulación, tal y como ha hecho con su último vídeo, en el que trata de hacer creer a la opinión pública que la sentencia del Tribunal que ha enjuiciado el 11-M desautoriza la posición mantenida por los dirigentes del Partido Popular ante aquella masacre. Lo cierto es que la sentencia, aun con sus luces y sus sombras, no sólo no desmiente ni una sola de las manifestaciones de los dirigentes del PP que los socialistas reflejan en ese vídeo –ya sean afirmaciones, suposiciones o requerimientos–, sino que alimenta o confirma muchas de ellas.
Vaya por delante que la convicción de los dirigentes del PP respecto al papel determinante de aquella masacre en el vuelco electoral del 14-M es un hecho hace tiempo acreditado, que no puede ni tiene por qué desmentir o confirmar la sentencia de un tribunal, cuya única función es determinar la relación de los encausados con los hechos que se juzgan. La influencia decisiva que tuvo aquel derramamiento de sangre en las elecciones ya la reconoció un estudio post electoral del CIS, realizado entre el 23 de marzo y el 3 de abril de 2004, en el que se señalaba que la masacre indujo a un 13,5% de los españoles a cambiar el voto del partido al que pensaban votar, mientras animóa un 21,9% a ir a votar, ya que pensaban no hacerlo. Aquel estudio no venía sino a confirmar el dato de que todos los sondeos celebrados con inmediata anterioridad al 11-M otorgaban la victoria al Partido Popular, o también al hecho de que los centenares de miles de españoles residentes en el extranjero, que emitieron su voto antes del 11M, otorgaron al PP el 51,14% de los votos, frente al 38,41% del PSOE.
Con posterioridad, el diario El Mundo publicó, el 13 de marzo de 2005, una encuesta que reflejaba que el 72,30% de los ciudadanos consideraba que Zapatero no habría ganado las elecciones sin el 11-M. Esta convicción la ha vuelto a validar, por enésima vez, un reciente estudio elaborado por la Universidad Pompeu Fabra.
Lo repugnante, sin embargo, no es tanto que aquel derramamiento de sangre tuviera efectos políticos, sino que, por primera vez en nuestra historia democrática, los tuviera en beneficio de los terroristas, con el papel decisivo del principal partido de la oposición y sus medios de comunicación, que fueron los que se encargaron de desviar la indignación ciudadana contra el Gobierno de la nación que con más hostilidad había combatido tanto al terrorismo islamista como al etarra.
Si algo hay que reprochar a las manifestaciones de los dirigentes del PP recogidas en el vídeo es que, junto al papel decisivo de la masacre en el vuelco electoral, no recordaran y airearan la satisfacción que tanto ETA como Al Qaeda, Hamás, los salvajes integristas de Al Sadar o algunos de los que se han sentado en el banquillo manifestaron a causa de ese buscado y logrado vuelco electoral. Con independencia de quienes fueran los autores intelectuales de la masacre, ¿hay qué dudar de que ese celebrado vuelco electoral formaba parte de su planificación estratégica a la hora de cometer aquella masacre tres días antes de las elecciones?
Por otra parte, una sentencia que absuelve a siete de los 28 acusados y que considera que en el banquillo de la Audiencia Nacional no ha llegado a sentarse ningún cerebro de la masacre, ¿cierra o deja más bien la puerta abierta a la posibilidad de futuras investigaciones?
No es imposible que ETA se limitara exclusivamente a celebrar y aprovechar en su favor el vuelco electoral provocado por la masacre del 11-M, con la esperanza de que el Gobierno del 14-M tuviera "gestos tan valientes en Euskal Herria como los que se van a dar en Irak", tal y como dijo esta organización terrorista en su optimista comunicado posterior a las elecciones generales. Sin embargo, una sentencia que absuelve a quienes la Fiscalía y la versión oficial del 11-M consideraba inductores de la masacre no refuta la posibilidad de alguna implicación etarra en la misma, por leve que sea. Esta posibilidad –que no afirmación– de los dirigentes del PP es, de hecho, la misma que le reveló Zapatero al director de El Mundo el mismo día de los atentados al afirmar que Felipe González creía que la masacre podía ser un "trabajo por encargo de ETA".
Pero con independencia de que los galgos encargaran o no el "trabajo" a los podencos, lo que sí que ha quedado acreditada es la mentira que Zapatero sostuvo ante el director de El Mundo de que en los trenes habían terroristas suicidas; mentira de la que Zapatero ahora se olvida y que Iñaki Gabilondo trata de endosar a una redactora.
Eso sí, hemos de admitir que la inclusión de titulares deLibertad Digital TVen el videomontaje del PSOE no puede sino ser motivo de satisfacción para nosotros, pues deja constancia de que no nos hemos plegado dócilmente a una versión oficial de los atentados que esta sentencia, en buena parte, refuta. Es una razón más para animarnos a seguir investigando.