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EDITORIAL

Sanz, anestesiado

Nada garantiza, y menos aún la palabra de Zapatero, que socialistas y los anexionistas vascos no retomen su proyecto conjunto para después de las elecciones generales y tumben al Gobierno de UPN al que ahora Zapatero ofrece estabilidad.

Que una reunión entre dos dirigentes políticos transcurra en un "ambiente agradable" y "sin tensiones de ningún tipo" es una buena noticia, siempre y cuando –claro está– la cortesía sea compatible con la valentía y no mera muestra de servilismo. Vistas las declaraciones del presidente de Navarra, tras su entrevista con el presidente del Gobierno, parecería que a Miguel Sanz le ha bastado la ya de por sí dudosa palabra de Zapatero de garantizar "la gobernabilidad" de Navarra para no querer ver ni el pasado ni el presente de este Gobierno, ni tampoco los riesgos de futuro que, para España en general y Navarra en particular, supondría una nueva legislatura de Zapatero.

Para empezar, Sanz ha dicho compartir con Zapatero una "firme oposición" a cualquier iniciativa o proyecto político que sea contrario a "la cohesión de España o la Constitución". ¿Le parece a Miguel Sanz una "firme oposición" a los planes de Ibarretxe irse de la mano de miembros de PNV y EA a negociar con ETA un nuevo marco político, tanto para el País Vasco como para Navarra, a cambio de una tregua, tal y como ya hizo Zapatero la primera vez que el lehendakari lanzó su órdago soberanista?

El caso es que Sanz ha llegado a afirmar ahora que "nunca he dicho que Navarra se fuera a entregar, sino que formaba parte del proceso". En primer lugar, claro que lo dijo; convocó, incluso, una exitosa manifestación con el lema "Navarra no se vende", de la que el presidente navarro parece haberse olvidado tanto como de sus votantes. En segundo lugar, si Navarra "no se ha entregado" es precisamente porque no se ha consumado dicho proceso; un proceso del que, por cierto, Sanz ahora tampoco quiere hablar ni criticar porque "en este momento no existe proceso de negociación y, como no existe negociación, no tengo motivos para criticar algo que no existe".

La irresponsabilidad que Sanz muestra al encarar el futuro olvidando el pasado más inmediato, se supera todavía si tenemos en cuenta el poco afán de enmienda que en estos mismos momentos muestra el Gobierno de Zapatero al no derogar la resolución del Congreso que ilegítimamente le permite negociar con los terroristas, así como su elocuente permisividad ante los batasunos del PVTV y ANV. ¿Cómo no calificar de servil la ceguera voluntaria de Sanz si no ha querido tener en cuenta siquiera las propias declaraciones del ministro de Justicia en las que aseguraba que "se volverán a dar las condiciones" para negociar con ETA?

Bien es cierto que no debemos olvidar que UPN gobierna sin tener mayoría absoluta. Pero menos aun ignorar que si los socialistas, con su abstención, han permitido en Navarra gobernar al partido más votado se debe exclusivamente al coste electoral que para Zapatero tendría, en estos momentos preelectorales y de actividad criminal de ETA, formar gobierno en Navarra con los anexionistas vascos de Nafarroa Bai. Nada garantiza, y menos aún la palabra de Zapatero, que socialistas y los anexionistas vascos no retomen su proyecto conjunto para después de las elecciones generales y tumben al Gobierno de UPN al que ahora Zapatero ofrece estabilidad. A no ser, claro está, que Sanz se disponga a comulgar con ruedas de molino ante un proceso de negociación con ETA que hasta el ministro de Justicia no duda que se va a reanudar.

Esperemos que la miope fijación de Sanz en el presente no encierre cosas peores en el futuro.

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