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EDITORIAL

Neutralizar la crítica del PP a las cesiones a ETA

Bien está que Rajoy nos convoque a mostrar nuestro "orgullo" por ser españoles; tampoco estaría mal que nos convocase a expresar nuestra vergüenza por vivir en un país en el que, a través del PCTV y ANV, se sigue financiando a una organización terrorista

Bien está que Mariano Rajoy haya pedido, con ocasión de la Fiesta Nacional del próximo 12 de Octubre, un gesto a todos los ciudadanos que, al margen de sus diferencias ideológicas, evidencie su orgullo de ser españoles. Sin embargo, aún mejor sería que el principal líder de la oposición nos convocase a una manifestación en la que los españoles, también al margen de nuestras diferencias ideológicas, pudiéramos expresar nuestra no incompatible vergüenza por vivir en un país en el que, gracias a la persistente condescendencia del Gobierno del 14-M, se sigue dando interlocución política y financiación pública a los terroristas, tal y como ocurre con ETA a través del PCTV y de ANV.

Aunque ahora el Partido Popular, respecto a la bandera y el orgullo de sentirse español, se atreva a pedir lo que, por temor a que le tildaran de "facha", no se atrevió a pedir con ocasión del Día de la Constitución de hace dos años, no es probable que el partido de Rajoy se haya desempolvado los complejos hasta el punto de liderar ahora una movilización ciudadana que –también en la calle– exija al Gobierno de Zapatero una rectificación completa y definitiva de lo que ha sido su contraproducente política de apaciguamiento y cesión frente a la organización terrorista ETA.

Por si fuera poca la autocensura que ya delatara recientemente el director del programa electoral del PP, Juan Costa, al sustituir el terrorismo por el cambio climático como uno los principales temas de campaña de su partido, ahora el número dos de Rubalcaba y secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, se dedica a alimentar esos complejos del adversario, al equiparar las tímidas críticas del PP a las que Batasuna hace al Gobierno. En este sentido, Camacho ha llegado a preguntarse retóricamente qué pensaríamos de alguien que culpase a Aznar de los asesinatos perpetrados durante las dos legislaturas del PP.

La desfachatez de Camacho tendría, ciertamente, una fácil respuesta recordando cómo se culpó a Aznar y a su política en Irak de los atentados del 11-M, o las veces que, durante la prenegociada tregua, el Gobierno de Zapatero culpó al PP del riesgo de que ETA volviese a matar. Sin embargo, esta merecida réplica a la desfachatez del Gobierno del 14-M pondría en un mismo plano de infamia dos tipos de críticas bien distintas. Por un lado, aquellas que favorecen a los terroristas, como las que el PSOE dirigió al gobierno de Aznar con la excusa de que los autores del 11-M eran islamistas. Por otro, las críticas al Gobierno que perjudican a los criminales, como las que, aun con un criticable perfil bajo, está llevando a cabo el Partido Popular.

No se trata de salir a la calle para insultar al Gobierno o para culpabilizarlo de unos atentados que no tienen más culpables que los asesinos que los han perpetrado. Se trata de exigir responsabilidades políticas por una política de cesión ante el terrorismo que no tiene más autor que el Gobierno que la ha llevado a cabo y que todavía no ha dado por concluida.

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