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EDITORIAL

Memoria histórica del frente anti-PP

Se trata, sobre todo, de fortalecer alianzas de futuro frente al principal partido de la oposición, para lo cual no es inconveniente sino más bien necesario desechar los periodos en que se dieron los amplios consensos nacionales

El portavoz del PSOE en el Congreso, Diego López Garrido, tras destacar el "alto grado de sintonía" alcanzado con los nacionalistas, ha anunciado el "desbloqueo definitivo" del antihistórico, cainita y liberticida proyecto de Ley de Memoria Histórica.

Como recordarán los lectores, este proyecto entró en el Congreso hace más de un año, en julio de 2006, pero no comenzó a debatirse hasta el mes de diciembre. Tras el debate de totalidad, en el que se rechazaron las enmiendas planteadas por PP, ERC e IU-ICV, se fueron sucediendo las prórrogas de los plazos para la presentación de las enmiendas parciales hasta marzo de este año.

Ahora, después de permanecer congelado durante siete meses, nuevas cesiones a IU y los nacionalistas han permitido retomar la tramitación del proyecto en el Congreso, para después remitirlo al Senado y que pueda ser definitivamente aprobado antes de que se ponga fin a la legislatura con la disolución de las Cortes.

Aunque no le falte razón Ángel Acebes al señalar la "obsesión de Zapatero por el pasado", lo que este Gobierno persigue con este delirante proyecto legislativo es mucho más que "rememorar lo peor de la historia", es decir, la Guerra Civil, u "olvidar lo mejor", la Transición. Lo que persigue sobre todo Zapatero con esta liberticida y anticientífica legislación es estrechar los lazos de este frente anti-PP al que el presidente ha consagrado su legislatura y toda su acción de gobierno, incluida su negociación con ETA.

En ese sentido, no se trata sólo de trasladar a rango de ley la maniquea versión que nacionalistas y socialistas tengan de la república, la Guerra Civil o la dictadura. Se trata principalmente de fortalecer alianzas de futuro frente al principal partido de la oposición, para lo cual no es inconveniente sino más bien necesario desechar los periodos en que se dieron los amplios consensos nacionales. Por el contrario, rememorar el espíritu y la letra de la Constitución supondría para Zapatero un obstáculo tanto en su premeditado deseo de confrontación con el PP como para su alianza presente y futura con los nacionalistas.

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