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EDITORIAL

Frankfurt, escaparate de la exclusión

A estas alturas, el término nacionalsocialista referido a los actuales gobernantes de Cataluña no debería escandalizar a nadie, pues como tales se comportan los miembros del gabinete de José Montilla

A pesar de los mensajes tranquilizadores del Gobierno y de la organización de la Feria del Libro de Frankfurt, una vez más los nacionalistas catalanes se han salido con la suya: la exclusión del castellano de la muestra de cultura catalana que se celebrará en la feria.

Figuras de la talla de la prestigiosa Ana María Matute, la popular Mercedes Salisachs, el exquisito Javier Cercas y Carlos Ruiz Zafón, con diferencia el autor catalán con más proyección en el mundo, han sido excluidos por decreto de la cultura catalana, y por ende convertidos en parias en su propia tierra. Junto a ellos, Vila-Matas, Marsé, Goytisolo y Mendoza engrosan la larga lista de excomulgados y represaliados por el simple hecho de escribir en español. A todos ellos expresamos nuestra solidaridad y comprensión, aunque también lamentamos que fuera precisamente alguno de los últimos quien durante años prestase su voz para legitimar la política lingüística de la Generalidad. Alguno de ellos recordará el final de aquel triste poema de Martin Niemöller: "Cuando al fin vinieron a buscarme a mí, no había ya nadie que pudiera protestar".

Sin embargo, esta discriminación injusta e intolerable no sólo afecta a un puñado de escritores, sino al casi 50 por ciento de los catalanes y residentes en Cataluña cuya lengua materna es el castellano, y no el catalán. A todos ellos y a los que usan el español como lengua principal en sus relaciones sociales, que suman más de la mitad de los habitantes de Cataluña, Carod-Rovira ha despachado comparándolos con los turcos en Alemania. A tenor de los hechos y de la justificación esgrimida por el tripartito, a nosotros también se nos ocurren otras comparaciones alemanas, pero un poco más alejadas en el tiempo. A estas alturas, el término nacionalsocialista referido a los actuales gobernantes de Cataluña no debería escandalizar a nadie, pues como tales se comportan los miembros del gabinete de José Montilla.

Como casi siempre, este nuevo atropello de los nacionalistas se encuentra con el vergonzante y vergonzoso silencio del Gobierno de España, que opta por mirar hacia otro lado a pesar de que lo que hoy les sucede a los catalanes podría ocurrirle a algún miembro del Ejecutivo de Zapatero caso alguna feria internacional del libro decidiera organizar, por ejemplo, una muestra de cultura gallega.

Lo mínimo que deberían hacer los responsables del Ministerio de Cultura es formular una protesta formal ante la Generalidad y retirar cualquier forma de cooperación con este nuevo desatino del tripartito catalán. La participación de altos cargos de este u otros ministerios en en este lamentable espectáculo de discriminación y exclusión constituiría pues una grave ofensa no sólo contra los autores catalanes maltratados, sino también contra la inmensa mayoría de los españoles, que sea cual sea su lengua materna no abrigan sentimientos de rechazo ni aversión hacia la lengua castellana. Habrá que mojarse.

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