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EDITORIAL

Un vídeo para animar a la objeción

Según parecen confesarnos las Juventudes Socialistas, las clases de Educación para la ciudadanía están diseñadas para convertirse en lo más parecido a los "dos minutos de odio" que programaba el Gran Hermano orwelliano

Sólo a la Factoría Pepiño Blanco se le ocurriría presentar un vídeo favorable a la asignatura de Educación para la ciudadanía –y, por ende, contrario a la objeción de conciencia–, ensalzando a Gandhi, el apóstol de la desobediencia civil; Producciones Rubalcaba era bastante menos torpe. Y, sobre todo, mucho más sutil: mientras que el representante que escogen para simbolizar al PP es una caricatura, la que escogen como persona de bien (es decir, de izquierdas) es un retrato de cómo se ven estos jóvenes progres a sí mismos.

Así, lo primero que destaca de este anuncio publicitario es el sectarismo de quien lo ha creado. La izquierda es la suma de todas las virtudes, mientras que la derecha es el colmo de todos los males. Una visión sencilla para evitarse estudiar la complejidad real del mundo. Eso justifica que el personaje supuestamente positivo del vídeo, el socialista, el ciudadano, sea tan arrogante y demuestre semejante aire de superioridad.

Pero claro, de esta manera resulta difícil hacer una defensa presentable de la asignatura de Educación para la ciudadanía, que se supone, según sus promotores, que ha de enseñar a los escolares en las virtudes democráticas, el diálogo y el pensamiento crítico. Es una muestra perfecta de que con ella se pretende adoctrinar; el vídeo no es que presente unos argumentos débiles e inconsistentes, es que carece de ellos. Es un discurso de José Blanco en formato audiovisual. Es la perfecta síntesis de la escasa capacidad de mantener un debate serio de los actuales dirigentes socialistas, sean los "mayores" o las "juventudes".

Mientras la imposición de esta asignatura siga vigente en nuestras leyes, no nos cansaremos de repetirlo: el Estado no tiene ningún derecho a obligar a los niños a someterse a sesiones periódicas de adoctrinamiento ideológico, sea de la orientación que sea. Más aún cuando, según parecen confesarnos las Juventudes Socialistas, esas clases están diseñadas para convertirse en lo más parecido a los "dos minutos de odio" que programaba el Gran Hermano orwelliano para que sus súbditos manifestaran obligatoriamente su desprecio contra el enemigo que les imponían, llamado Emmanuel Goldstein. Después de contemplar semejante defensa de Educación para la ciudadanía, objetar deja de parecer un derecho para convertirse casi en obligación.

Y que nadie nos venga ahora con el cuento de que esto son cosas propias de las juventudes de los partidos, que excepto en el caso del PP demuestran una radicalidad propia de la edad, que se cura con los años. El propio presidente del Gobierno, en otra de esas entrevistas hechas de rodillas, ha calificado la obra de su partido de "simpática", considerando que "elevará todavía más el debate", lo que da una idea de la altura a la que Zapatero quiere que se sitúe la discusión en España. Sin duda, unas palabras propias de quien tiene a Pepiño como número dos de su partido.

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