A un presidente del Gobierno en cualquier país del mundo, salvo que se trate de una república bananera, no se le hubieran tolerado los enredos, patrañas y cuentos que, uno tras otro, ha sembrado José Luis Rodríguez Zapatero desde momento mismo de tomar posesión de su cargo. El jefe del Ejecutivo ha mentido en casi todo, empezando por su propia trayectoria personal, la de su familia y su lucha antifranquista y su propio quehacer político.
Resulta imprescindible recordar que, al año de resultar elegido por nueve votos secretario general del Partido Socialista, el mismísimo Zapatero organizó un montaje mediático para descubrir la placa al monumento que había levantado en honor de su abuelo en la localidad leonesa de Aralla de Luna. Sin pudor alguno ni temor a ser descubierto algún día por algún incauto periodista, la placa rezaba: "Homenaje a la dignidad. Muero inocente y perdono, mi credo fue siempre un ansia infinita de paz, el amor al bien y mejoramiento social de los humildes. Capitán Lozano 1893-1936".
Como demostramos Carlos Dávila y quien esto suscribe en La gran revancha, los archivos históricos de Salamanca y del Ferrol demuestran que el abuelo de Zapatero jamás se incorporó al frente donde el jefe de filas de los socialistas españoles levantó el monumento ante los fotógrafos y periodistas, ajenos por completo a la verdad histórica. En aquel lugar la lucha fue encarnizada y de los muchos republicanos resistieron a las tropas nacionales, algunos cayeron. Pero el capitán Lozano no estuvo entre ellos. De hecho, nada más estallar la guerra civil, el abuelo de Zapatero acudió raudo a León capital, donde fue detenido por el ejército nacional al ser considerado agente doble y fusilado en los primeros días de agosto del 36.
Nada de esto, sin embargo, le ha importado nunca a ZP. Su vida y su propio pasado es un montaje tras otro. El último, tras la fotografía filtrada por sus jefes de imagen en la gaditana playa de Sanlúcar de Barrameda –donde además de no dejar huella, se sujeta grácil en el aire con dos Nike del pie derecho haciendo como que practica el jogging–, ha sido afirmar en su cadena radiofónica amiga que sus hijas "por supuesto" que van a un colegio público, olvidando que hasta su nombramiento como jefe del PSOE iban a uno privado y católico.
Y, aunque ZP se cree incombustible, un ser superior al que todo le es dado, incluso la propia ficción sobre sí mismo, debería de empezar a bajar del Olimpo y pisar tierra firme. Afortunadamente, las mentiras masivas del impostor comienzan a hacer mella y a Mariano Rajoy le empiezan a ir bien hasta las encuestas.