Los progresos en Irak, innegables hasta por los más propensos al negativismo, han sido confirmados por el general Petraeus y el embajador de los Estados Unidos, Ryan Crocker. Fundándose en la realidad de los datos desvelados por los expertos sobre el terreno, el presidente Bush pudo anunciar el jueves pasado que las tropas podrán empezar a volver en unos meses. El éxito militar permite reducir la presencia de sus soldados.
Esto no ha contentado a la izquierda internacional. Resulta que el frente político no avanza por el mismo cauce favorable, que no se ha logrado la reconciliación, que continúa habiendo oposición, que no hay estrategia... Sin embargo, lleva más de tres años pidiendo la retirada. Ahora que Bush dispone el regreso, lo desaprueba. ¿No era esto lo que pedían? Si el acto de Zapatero de retirar las tropas fue valiente, por ejemplo para los terroristas de diverso pelaje, ¿no es tan valeroso ahora Bush?
No, pues la izquierda propugna una rendición para evitar que la misión se cumpla, no un regreso a casa una vez alcanzado el objetivo.
Lo que deplora es que los Estados Unidos ganen la guerra y extiendan la democracia y la libertad en Oriente Medio. Lo teme, en parte, porque no ha cesado de defender que es imposible y acaso indeseable. En parte, lo teme porque no comparte la finalidad y prefiere, vía Alianza de Civilizaciones, negociar su propio protectorado con los terroristas antes que derrotarlos. ¿No era acaso el argumento constante de los "realistas" que había que dejar a los tiranos en su sitio porque al menos existía estabilidad? ¿Se referían a la estabilidad de las Torres Gemelas después del golpe del primer avión, o del segundo?
El mensaje de Bush, basándose en los hechos relatados por sus protagonistas y no en los informes equívocos de la prensa o en la interpretación de los movimientos "progresistas", es que el ejército puede volver cuando haya vencido al enemigo. Vuelve, cuando hayas ganado. Lo que disgusta a la izquierda no es pues la guerra, sino que la gane el caballo por el que no ha apostado. Sólo así se explica que sea noble y honorable rendirse y perder, pero no lo sea regresar por haber ganado.
A la vuelta del verano, el presidente norteamericano hizo un par de discursos valorando la extensión de la libertad en Asia –Corea del Sur y Japón– gracias a las victorias militares del pasado. Por otra parte, evocó lo que conlleva la derrota, apelando al ejemplo de Vietnam. Los americanos debieron familiarizarse con un nuevo vocabulario: campos de la muerte, exilados a la fuerza, genocidio. En toda Indochina lo aprendieron con sangre. ¿Molesta mucho que este no sea el destino de Irak?
Para el "progresismo" rendirse es honroso, pero no lo es volver vencedores. ¿Pero en nombre de qué se llaman "progresistas" quienes no quieren la expansión de la democracia y la libertad por preferir la negociación con los terroristas?