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Zapatero y Ahmadinejad

Si Bush es un pato cojo, zapatero es un pato muerto en este tema. Él solito se ha puesto del lado de Ahmadinejad. Al menos hasta que diga lo contrario.

Mahamud Ahmadinejad, sonriente presidente de la República Islámica de Irán, acaba de anunciar que su país cuenta ya con tres mil centrifugadoras funcionando en el enriquecimiento de uranio. Uranio, cuyo único propósito sólo puede ser una bomba atómica. Es su desafío a la comunidad internacional.

Bush y Sarkozy ya han mostrado su desagrado y repulsa. Sin ir más lejos, la semana pasada Nicolas Sarkozy, ese nuevo amigo del presidente español según el gobierno socialista, lo dejó bien claro: para él, un Irán nuclear es y será inaceptable. Sólo más sanciones y el cumplimiento por parte de Teherán de sus obligaciones podrían evitar lo que entendía era una alternativa del diablo. La bomba iraní o bombardear irán.

¿Qué ha dicho nuestro presidente al respecto? Nada. Ni siquiera la diplomacia española bajo Moratinos. Silencio absoluto. Podría explicarse, como hace la canciller alemana, porque Rodríguez Zapatero está atrapado por su agenda doméstica, desde convencer a ETA de que vuelva al camino del diálogo a contentar a los separatistas. Pero también por la convicción más profunda de que no le importa nada que Irán sea una potencia nuclear. Rodríguez Zapatero es de los que piensa que si la tienen los israelíes, por qué no la van a poder tener los árabes (aunque los iraníes sean persas que odian a los árabes).

La retórica agresiva de Ahmadinejad ha seguido subiendo de tono en estas semanas de asueto estival en las que el presidente socialista se ha dedicado a correr posando para El País, tomar camarones de la bahía en un chiringuito de izquierdas o revolucionar una silenciosa aldea con su falsa visión del turismo rural. El mundo no se ha detenido ni un ápice aunque en España no se nos deje verlo.

No es imaginable que en estos momentos nadie esté interesado en bombardear Irán, que es el fantasma que agitan desde la izquierda y quienes se dedican a estos asuntos en los aledaños de Ferraz. Pero si es seguro de que se está estrechando el cerco internacional sobre Irán. A todos los niveles. Cada día hay más países que están dispuestos a incrementar sus sanciones contra el régimen de los ayatolas, cada vez más frágil y lleno de problemas como hemos podido comprobar con los cambios de gobierno de la semana pasada.

Y eso es algo que si no le interesa a Zapatero sí debería empezar a interesas a las pocas –pero significativas– empresas españolas que comercian o tienen negocios con Irán. Cada vez les va a ser más difícil zanjarse de un mayor escrutinio público y escapar a las iniciativas privadas que empiezan a volar con fuerza, como es la de la desinversión en las compañías que tengan tratos comerciales con Irán. El presidente español pude apoyarlas y venderles confianza, pero si Bush es un pato cojo, zapatero es un pato muerto en este tema. Él solito se ha puesto del lado de Ahmadinejad. Al menos hasta que diga lo contrario.

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