Cuando la mentira se utiliza como forma de hacer política, al final se termina convirtiendo en una trampa para el gobernante. No siempre, pues los políticos bien que se preocupan por esconder y amortiguar esas falsedades con todos los resortes de su poder; tienen éxito con demasiada frecuencia. Pero esa estrategia no le ha valido esta vez al presidente del Gobierno. Rodríguez Zapatero ha quedado una vez más al descubierto. Su dialéctica vacía, sus cambios de posición, sus mentiras incontestables y su afición a decir en cada momento lo que quiere escuchar el interlocutor de turno le han hecho llevarse en esta ocasión un público tirón de orejas.
Y es que el primer ministro francés, en la noche del domingo, en unas declaraciones en la TF1, dejaba claro que el presidente Zapatero, en una reciente entrevista entre ambos, había reconocido que la política de inmigración del Ejecutivo español había sido un fracaso y que nunca volvería a poner en marcha un nuevo proceso de regularización masiva. Una confidencia veraniega en los jardines de La Moncloa que ha retratado a la perfección quién es y como se las gasta el presidente del Gobierno español. Mantiene un discurso público populista y oportunista mientras que, en privado, reconoce los perniciosos efectos de sus errores, los resultados de su demagogia y los desastres que producen sus promesas. Zapatero predica unas medidas maravillosas que luego reconoce como infames, con una irresponsabilidad ilimitada.
¡Cuántas veces hemos escuchado al presidente y a su Gobierno alabar ese plan de regularización de la inmigración ilegal! ¡Cuántos insultos hemos escuchado al Ejecutivo hacia el Partido Popular y los gobiernos de Aznar por su "insensibilidad" en esta materia! ¡Cuánta palabrería barata hemos tenido que soportar al ministro Caldera hablando de las maravillas de sus planes! ¡Qué miseria la de este Gobierno que no ha hecho más que electoralismo con sus "papeles para todos"! Este presidente del Gobierno puso en marcha un "efecto llamada" vapuleado en toda Europa y que ha engañado a millones de inmigrantes haciéndoles creer que en España encontrarían un auténtico paraíso.
Zapatero ha reconocido tarde y en privado los demoledores efectos de sus irresponsables políticas de inmigración. Al final, como siempre, por la boca muere el pez, y el presidente ha terminando tropezándose con sus mentiras. Eso sí, que Zapatero haya reconocido un error aunque haya sido en privado es, desde luego, lo nunca visto. De todos modos, que nadie se haga ilusiones: le ha faltado tiempo al ministro Moratinos para salir en defensa de esa política de inmigración. Y es que aunque lo puedan hacer en privado, jamás reconocerán en público un error. Va a faltar tiempo para que salga todo el Gobierno en tropel para defender su nefasta política de inmigración. Son así. Incorregibles.