¿Cómo perderemos la guerra contra "el islam radical"?
No será en una batalla clásica. Ni en el Triángulo Sunita, ni en las cavernas de Bora Bora. No perderemos porque los terroristas empotren tres aviones contra el Despacho Oval, el Palacio de Buckingham o la Basílica de San Pedro en la misma mañana de un martes.
La guerra se perderá poco a poco porque somos incapaces de invertir la radicalización en curso de las poblaciones musulmanas del sur de Asia, Indonesia, los Balcanes, Europa Occidental y, sí, América del Norte. ¿Y quién está detrás de esa radicalización? ¿Quién financia las mezquitas y los centros islámicos que durante los últimos 30 años han abierto en cada una de las calles principales del planeta?
Para dar respuesta, recurramos a un fascinante libro llamado Limosna para la yihad: caridad y terrorismo en el mundo islámico, de J. Millard Burr, un antiguo coordinador de la ayuda humanitaria de USAID, y el académico Robert O. Collins. ¿No lo puede encontrar en su libreríalocal? No importa, vayamos a Amazon. Allí hay de todo. Y con certeza, llegará a la página de Limosna para la yihad y descubrirá un torrente de críticas de aprobación de publicaciones respetablemente aletargadas: "El examen más exhaustivo de la red de organizaciones islámicas de caridad que han financiado conflictos en todo el mundo", según el Globe And Mail de Canadá, que es como el New York Times, pero sin los chistes.
Desafortunadamente, si usted intenta entonces comprar Limosna para la yihad, descubrirá que el libro no está "disponible actualmente, no sabemos cuándo o si este artículo estará otra vez en stock". Espere, apenas fue publicado el año pasado. En Amazon, los artículos son enviados en cuestión de 24 horas o, si es un poco especializado, entre 4 y 6 semanas, pero no muchos libros del 2006 dejan de estar disponibles sin reposición a la vista. (Nota del editor: en estos momentos han retirado también la página del libro).
Crucemos ahora los miles de kilómetros de océano que separan el almacén de Amazon del Tribunal Superior de Justicia de Londres. La semana pasada, Cambridge University Press accedió a retirar todos los ejemplares no vendidos de Limosna para la yihad y triturarlos. Además, ha solicitado a miles de bibliotecas de todo el mundo que retiren de sus estantes el volumen. Esta acción tan inusual fue acompañada de una carta al jeque Jalid bin Mahfouz, a la atención de sus abogados ingleses, explicando sus motivos:
A lo largo de todo el libro, hay alegaciones serias y difamatorias sobre su familia y usted, alegando que apoya el terrorismo tanto a través de sus empresas, familia y organizaciones de caridad como directamente.
Como resultado de lo que sabemos ahora, aceptamos y reconocemos que todas esas alegaciones sobre usted, su familia, sus empresas y sus organizaciones de caridad son completa y manifiestamente falsas.
¿Quién es el jeque Jalid bin Mahfouz? Es un rico e influyente saudí. Vaya cosa, dirá usted, ¿acaso los hay de alguna otra clase? Lo sé, lo sé, pero incluso dentro de los estándares de los saudíes muy ricos e influyentes, este tío está montado en el dólar: fue el banquero personal de la familia real saudí y director del Banco Nacional de Comercio de Arabia Saudí hasta que lo vendió al gobierno de su país. Tiene un casa de postín en Londres y un pasaporte irlandés y múltiples conexiones empresariales en Estados Unidos, incluyendo a Thomas Kean, el presidente de la Comisión del 11 de Septiembre.
No estoy diciendo que la Comisión del 11-S sea una operación saudí encubierta, simplemente hago la observación de que cada vez que te topas con un pez gordo saudí, hay siempre mucho menos de seis grados de separación entre él y los pilares más respetables del estamento político norteamericano.
En cuanto a si las alegaciones sobre el apoyo al terrorismo por parte del jeque y "su familia, empresas y organizaciones de caridad" son "completa y manifiestamente falsas", Cambridge University Press está yendo mucho más allá de lo que iría Estados Unidos o la mayor parte de los gobiernos extranjeros. Sobre la financiación al terrorismo de su banco, el abogado del jeque Mahfouz ha dicho: "Como sucedería entre los principales directivos de cualquier otra institución bancaria importante, Jalid bin Mahfouz no era, por supuesto, consciente de cada transferencia que pasaba por el banco. De haber sabido de alguna estaba yendo a financiar al terrorismo o a al-Qaeda, no la habría autorizado". Suena bastante razonable. Excepto en que, en este caso, el banco de Mahfouz estaba transfiriendo fondos a la principal organización de caridad de Mahfouz, la Fundación Muwafaq ("Ayuda Bendita"), que a su vez transfirió los fondos a Osama bin Laden.
En octubre de 2001, el Departamento de Hacienda calificó a la Muwafaq de "fachada de al-Qaeda que recibe financiación de acaudalados empresarios saudíes" y a su presidente como "un terrorista internacional especialmente destacado". Como concluía Hacienda, "los empresarios saudíes vienen transfiriendo millones de dólares a bin Laden a través de Ayuda Bendita". De hecho, su "organización de caridad" no parece tener otro propósito que financiar la yihad. Allí donde opera, siembra el islamismo.
En Chechenia, ayudó a transformar una lucha nacionalista razonablemente convencional en una avanzadilla de la yihad. En los Balcanes jugó un importante papel reemplazando el islam tradicionalmente moderado con una forma de wahabismo centroeuropeo. No hay más que escoger una sede de la Muwafaq en cualquier parte del planeta y obtendrá una interesante muestra de la típica labor de caridad saudí. El anterior gerente de su misión en el Zagreb, Croacia, por ejemplo, es un tipo llamado Ayadi Chafiq bin Mohammed. Bueno, así se llama la mayor parte del tiempo. Pero tiene cuatro alias al menos y residencia en al menos tres países (Alemania, Austria y Bélgica). Fue acusado por el Gobierno norteamericano de ser el financiero de Bin Laden y se esfumó del Reino Unido poco después del 11 de Septiembre.
De modo que, ¿por qué iba Cambridge University Press, una de las casas editoriales más respetadas del planeta, a absolver a Jalid bin Mahfouz, a su familia, sus empresas y sus organizaciones de caridad hasta un grado que ni el gobierno norteamericano, ni el francés, ni el albanés, ni el suizo ni el pakistaní (elija al azar el que más le guste) estarían dispuestos a hacerlo?
Porque la ley británica de libelo favorece de manera aplastante al demandante. Y al igual que otros peces gordos saudíes, el jeque Mahfouz se ha hecho adicto a utilizar tribunales extranjeros para censurar a autores americanos, es decir, a utilizar jurisdicciones distantes para anular la Primera Enmienda. Podrá ser un hombre agraviado, pero su uso de lo que los británicos llaman la "histeria del libelo" no está diseñado para limpiar su buen nombre, sino para acallar el debate, que es por lo que Cambridge University Press no hizo ningún intento serio de presentar una defensa. Es uno de los hombres más ricos del planeta y ellos editores académicos con márgenes de beneficios muy reducidos. Pero incluso si tienes entre manos un bestseller es improbable que tus bolsillos sean lo bastante profundos: Casa de Saud, Casa de Bush supuso un exitazo entre el colectivo anti-Bush en Estados Unidos, pero no hay edición británica porque el jeque Mahfouz había avisado que estaba dispuesto a gastar todo lo necesario para desafiarlo ante el tribunal, y Random House decidió que no merecía la pena.
Nos hemos acostumbrado al multiculturalismo unidireccional: el mundo acepta que no puedas abrir una iglesia episcopaliana o congregacional en Jedda o Riyadh, pero todas las semanas los saudíes abren mezquitas y madrazas fundamentalistas e instituciones pro-saudíes en Londres y Toronto y Dearborn, Michigan y Falls Church, Virginia. Y su alcance global se amplía un poco más cada día, centímetro a centímetro, en las alargadas sombras mientras las luces se apagan una a una en todo el mundo.
Suponga que tiene usted un manuscrito sobre los saudíes. ¿Dónde va a venderlo? ¿Cree que Cambridge University Press publicará algo sobre el particular dentro de poco?