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Juan Carlos Girauta

El Plan Marxa: humo del caro

La Generalidad dedica a las infraestructuras energéticas catalanas, cuya finalidad es precisamente garantizar el suministro, siete millones de euros. Mientras tanto, se asignan 380 millones de euros a desarrollar infraestructuras en Chechenia o Cuba.

Nada refleja mejor la hipocresía, la indigencia intelectual y el afán malversador del tripartito catalán que la comparación entre dos partidas presupuestarias que dejó aquí José García Domínguez. La Generalidad dedica a las infraestructuras energéticas catalanas, cuya finalidad es precisamente garantizar el suministro de energía, siete millones de euros. Para que se hagan una idea, es lo mismo que nos cuesta mantener abierta la emisora Ràdio 4, que tiene casi menos oyentes que empleados. Mientras tanto, se asignan 380 millones de euros a desarrollar infraestructuras en Chechenia o Cuba.

Ojalá se tratara de un error y fueran 380.000 euros lo que los catalanes aportamos a infraestructuras tan ajenas. O 3’80 millones, lo que ya sería una barbaridad teniendo en cuenta como están las cosas por estos pagos. Pero si no yerra el diario que informó de los Presupuestos dos días antes del apagón, entonces hay que correr a comunicárselo a los afectados. Habrán perdido varios días de negocio, se habrán malogrado sus existencias perecederas y se habrán consumido en la impotencia y la rabia, pero podrán consolarse pensando que no hay nadie más solidario que nosotros. Fijaos, amigos de Chechenia, Cuba, Brasil y Etiopía, nosotros estaremos a dos velas, pero nos conformamos con siete milloncejos para asegurar este suministro inexistente... Sin embargo, ¡ahí van cincuenta y cuatro veces más para vosotros!

Salvo error (perdonen, pero es que uno nunca acaba de creerse estas barbaridades), estamos ante un caso tan extraordinario de desprendimiento que, sencillamente, no puede ser. La mayor sospecha procede del lenguaje de humo que el tripartito utiliza al justificar el espléndido regalo. Es la jerga propia de los prestidigitadores locales del dinero público. ¿Ves toda esta pasta? Pues... ¡Zas, ya no la ves! Los socialistas catalanes crearon en los años ochenta una jerigonza de descuideros del erario perfectamente reconocible. Se lograba trampear en el presupuesto dejando a cambio varias frases grandilocuentes y vacías. La nada.

Llamaremos Plan Marxa al palo de los 380 millones porque merece nombre propio y estudio aparte. Es un homenaje a George Marshall, aquel secretario de Estado americano que dio nombre a la reconstrucción de Europa. Del mismo modo, ya verán, el Plan Marxa va a reconstruir –o, más bien, a construir– unos cuantos patrimonios. Y va a procurar mucha marcha. Sobre todo en Cuba.

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