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EDITORIAL

Barcelona, dos días a oscuras

Ha sido irse la luz y nadie en ERC o en ICV ha dicho esta boca es mía sobre la línea de Muy Alta Tensión que la Red Eléctrica Española pretende construir en Cataluña y que cuenta con la oposición de estos dos partidos

Los apagones son, un año más, los protagonistas del verano. Los desencadenantes parecen obvios. El aumento de la población en las zonas costeras, el calor y el hecho de que el compañero inseparable de la mejora en el nivel de vida sea un incremento constante en el consumo, ponen a la infraestructura eléctrica al borde del colapso todos los veranos. Y esto es así por dos razones fundamentales de las que los políticos no quieren ni oír hablar. Por un lado, en España, la demanda de electricidad crece muy por encima de la oferta; y por otro se invierte poco y mal en instalaciones y en el mallado de la red que es, en última instancia, el que permite que cuando falla algo en un punto no se derrumbe la red eléctrica completa como ha pasado en Barcelona.

Pero hay más, los precios de la electricidad en España no son libres sino que vienen fijados por unos burócratas en función de sus propios intereses, y no de los intereses del consumidor. Eso en la parte que toca a la distribución, en la generación el eléctrico es un mercado total y absolutamente intervenido y distorsionado hasta extremos indecibles. Las empresas no generan con criterios de eficiencia ni aplicando el cálculo económico como sería de esperar, sino mirando el Boletín Oficial del Estado y sus trasuntos de las comunidades autónomas. Esta es, aproximadamente, la foto fija de un sector que siempre da que hablar por lo mismo: porque genera menos electricidad de la que se necesita y porque no sabe atender a la demanda cuando ésta se dispara. El resultado: apagones como el de Barcelona que, al cierre de esta edición, todavía mantiene dos días después a miles de personas en la oscuridad.

En el caso de Barcelona el corte de luz se produjo por la caída accidental de un cable de alta tensión que provocó una reacción en cadena, con su reguero de incendios en distintas subestaciones de la ciudad. Hasta 300.000 abonados de Endesa se vieron afectados por el apagón en las primeras horas, cifra que ha ido descendiendo conforme se ha ido normalizando la situación. Parece mentira que un simple cable en Hospitalet pueda afectar del modo en que lo ha hecho a una ciudad de cuatro millones de habitantes. Conociendo, sin embargo, el estado de nuestra red eléctrica no es tan sorprendente. Barcelona y el resto del país necesitan inversiones urgentes en la red eléctrica. Esto conjurará de una vez por todas el riesgo de apagones garantizando de paso el fluido eléctrico durante el verano.

Lo que la inversión en infraestructuras no conseguirá es acabar con la demagogia nacionalista y el sinsentido ecologista. Los unos han dado rienda suelta a su monotema echando, como no, la culpa a "Madrid" del apagón barcelonés. Y eso a pesar de que la política energética ha sido gestionada en los últimos años por catalanes como Piqué, Clos o Montilla, el actual presidente de la Generalitat. Los otros, los verdes, se han quedado mudos. Ha sido irse la luz y nadie en ERC o en ICV ha dicho esta boca es mía sobre la línea de Muy Alta Tensión (MAT) que la Red Eléctrica Española (REE) pretende construir en Cataluña y que, curiosamente, cuenta con la oposición de estos dos partidos: el nacionalista y el comunista, ambos, por descontado, ecologistas. No haría mal en recordárselo Daniel Sirera ahora que se estrena como presidente del PPC. Tanto a los unos como a los otros.

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