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EDITORIAL

Piqué se marcha alabado por los rivales del PP

Sea quien sea el elegido para suceder a Piqué, esperemos que sea alguien que se preocupe más por defender los intereses de sus votantes que por lo que puedan opinar sobre su gestión los nacionalistas.

La despedida de Piqué muestra a las claras la razón por la que jamás debió dirigir al PP en Cataluña. Su marcha ha sido llorada por todos, absolutamente todos los partidos que demonizan al PP a diario. Han lamentado su marcha desde los hicieron su visita al notario a los firmantes del pacto del Tinell. Montilla ha lamentado la pérdida de la "moderación y centralidad" que a su juicio representaba Piqué, Iceta lo ha calificado de "dirigente de talla que se ha distinguido por su talante dialogante, liberal y catalanista", Joan Herrera que así moría el PP "moderador", en Convergencia han querido destacar "la incomprensión del PP respeto a la identidad de Cataluña y su manera de hacer política" y Vendrell, el de ERC, lamenta que su marcha vaya a provocar la "derechización del PPC".

Pero aparte de lo que puedan pensar los rivales del partido que Piqué dirigía en Cataluña, el modo en que ha anunciado su propia dimisión es prueba suficiente de que siempre le ha importado mucho más su persona (le preocupaba, según sus palabras, que demolieran su "imagen propia frente a la sociedad catalana") que el PP. Por eso le ha regalado al PSOE un argumento que ya ha empezado a sacar a pasear López Garrido. En la carta que ha filtrado a los medios culpaba a la dirección del PP de su marcha, por los nombramientos de personas más cercanas a la línea que defiende el partido que a su chalaneo con el nacionalismo, pero también exculpaba a Rajoy. Naturalmente, durante todo el verano estaremos escuchando a Pepiño y sus secuaces decir que Rajoy no controla el partido y que deja que lo maneje la derecha extrema, representada por Acebes y Zaplana.

Nosotros, en cambio, estamos completamente convencidos de que Rajoy conocía y aprobaba estos nombramientos, pues están en plena sintonía con lo que preconiza en el resto de España. Por eso, lo sorprendente no es tanto la elección de personas como Sirera o García Albiol –posibles candidatos ahora para dirigir el PP catalán– para dirigir la campaña de las elecciones generales en Cataluña como que Rajoy insistiera en que Piqué continuara al frente del partido. Ya pareció inexplicable que, tras su amago de dimisión el año pasado, lo convenciera para quedarse, aunque es indudable que Piqué tenía todas las ganas del mundo de que lo metieran en cintura. Si no fuera así, habría dimitido de verdad, irrevocablemente, como acaba de hacer al fin.

Se abre así ante el PP catalán una oportunidad de oro para volver a colocar su discurso en el lugar donde debe estar: la defensa de España y de la libertad. Hay personas de valía más que suficientes dentro del partido como para poder dirigir sus destinos en el rumbo que ya marcara Alejo Vidal Quadras en su momento y que llevó al partido a crecer como nunca había hecho hasta ahora. Además, la presencia de Ciudadanos impide que el PP pueda descuidar el mensaje nacional si no quiere perder electores que le concedan a esto más importancia que al clásico eje izquierda-derecha, de modo que cabe esperar que no se nombre un sucesor que siga la línea política de Piqué. Alberto Fernández Díaz, Daniel Sirera o Xavier García Albiol, que en Badalona, tierra tradicionalmente inhóspita para su partido, ha quedado segundo a dos concejales del PSC, son quizá los nombres que suenan con más fuerza ahora. Sea quien sea el elegido, esperemos que sea alguien que se preocupe más por defender los intereses de sus votantes que por lo que puedan opinar sobre su gestión los nacionalistas.

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