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Thomas Sowell

Intelectuales adolescentes

Muchos académicos y jueces federales están lo bastante protegidos de la realidad gracias a sus puestos vitalicios que nunca tendrán la necesidad de crecer y dejar la adolescencia.

El motivo por el que un niño pequeño no puede hacer muchas de las cosas que le gustaría hacer es que sus padres no le dejan. Muchos años más tarde, la madurez hace que entienda que existían razones de fondo detrás de esas prohibiciones y que sus padres fundamentalmente sirvieron de conducto a las mismas. El período verdaderamente peligroso en la vida es aquel en el que el niño ha descubierto los límites del control de sus padres y cómo evadirlo, pero no ha comprendido o aceptado aún las razones de fondo por las que se le prohíbe actuar. Muchas personas –en especial, intelectuales– nunca llegan a dejar atrás este período adolescente por más años que cumplan.

El uso extendido y fervoroso de la palabra "liberación" en una amplia variedad de contextos es una de las señales de la convicción adolescente de que la única función de las reglas y convenciones sociales es interponerse impidiéndonos hacer lo que deseamos hacer. Según esta visión del mundo, los problemas de toda clase de individuos y colectivos –mujeres, minorías raciales, homosexuales, niños– se deben solucionar liberándolos de las ataduras impuestas por leyes, reglas, convenciones y valores morales. Han de ser liberados incluso de la amenaza de que los demás puedan tener una opinión negativa de su conducta. Todos estamos obligados a "no juzgar".

Hace dos siglos, el gran jurista británico William Blackstone señaló que existen algunas leyes tan antiguas que nadie recuerda el motivo de que existan o el propósito al que servían entonces o ahora. Pero las malas consecuencias de derogar algunas de estas leyes a menudo han dejado dolorosamente claro el propósito al que servían.

Algunas de las dolorosas consecuencias de diversas "liberaciones" que comenzaron en los años 60 han incluido la desintegración familiar, índices de criminalidad en aumento, calificaciones escolares en caída libre y tasas sin precedentes de suicidio en los adolescentes. Existió durante un largo período de tiempo una tendencia a la baja tanto en los embarazos de adolescentes como en las enfermedades venéreas, que se invirtió drásticamente durante los años 60, iniciando una nueva pauta que culminaría con la epidemia de SIDA.

En ocasiones suceden cosas malas a causa de circunstancias adversas, como por ejemplo la pobreza o la guerra. Pero nuestros desastres sociales posteriores a los años 60 tuvieron lugar durante un largo periodo de paz y prosperidad sin precedentes. El índice de homicidios, por ejemplo, era mucho más bajo durante la Gran Depresión de los años 30 y la Segunda Guerra Mundial de lo que llegó a ser tras los diversos cambios "liberadores" de los años 60.

Una de las señales de la madurez es la capacidad de aprender de la experiencia. Algunos de nosotros hemos aprendido y detenido o invertido algunas de las tendencias adversas. Por ejemplo, la búsqueda de esas esquivas "raíces" del crimen, tan adoradas por la izquierda política, se han dejado al margen para proceder a encerrar a más criminales. Los índices de criminalidad, claro, han caído. A la izquierda le disgusta que haya tanta gente entre rejas y lamenta lo mucho que está costando mantenerles ahí. Ni siquiera se toman la molestia de estimar lo mucho que costaría soltarles.

La izquierda nunca ha entendido por qué los derechos de la propiedad son algo tan importante para nadie, si se exceptúa a los peces gordos que disponen de muchas propiedades. Mediante nuevas leyes y sentencias judiciales, los derechos de la propiedad han sido erosionados con leyes de control de alquileres, expansiones del poder de expropiación y todo tipo de restricciones medioambientales. Algunos de los mayores perdedores han sido personas con ingresos muy modestos, y algunos de los que más han ganado han sido los peces gordos que pueden utilizar la presión política y a jueces activistas para violar los derechos de la propiedad de otras personas.

Políticos de ciudades de todo el país violan con regularidad los derechos de la propiedad expropiando casas en barrios de gente trabajadora y demoliendo sectores enteros de la ciudad con el fin de entregar los terrenos a personas que construirán centros comerciales, casinos y otras cosas que pagan más impuestos que los dueños de la casa expropiada. Por cosas como éstas es por lo que se incluyó el derecho de propiedad en la Constitución, para impedir que los políticos hagan de las suyas. Pero los intelectuales adolescentes de nuestros días han fomentado la idea de que los derechos de la propiedad son sólo reglas arbitrarias creadas para proteger a los ricos.

Muchos académicos y jueces federales están lo bastante protegidos de la realidad gracias a sus puestos vitalicios que nunca tendrán la necesidad de crecer y dejar la adolescencia.

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