Aunque lo presagiara su "lo siento y hasta siempre" pronunciado la misma noche electoral, lo cierto es que el secretario general del PSM, Rafael Simancas, ha tardado más de una semana en presentar su dimisión. Demasiado tiempo para creernos que su cese obedezca a una "decisión persona" que, además, ha hecho pública después de una breve entrevista en Moncloa con Rodríguez Zapatero, coronada con un "a lo que mandéis" dirigido al secretario de Organización del PSOE, José Blanco.
Para que pudieran considerarse producto de la dignidad personal, tanto la dimisión de Simancas como la de Sebastián de hace unos días se tenían que haber producido la misma noche en la que se conoció el histórico fracaso cosechado por los socialistas madrileños. Sin embargo, estas dos fracasadas apuestas de José Luis Rodríguez Zapatero han sido dóciles a la voz de su amo hasta en la forma y el momento de decir adiós. Aquí lo único "personal" fue la apuesta de Zapatero de presentar como candidatos a Simancas y Sebastián y la decisión de esperar unos días y escalonar sus ceses para amortiguar la sensación de fracaso en su partido en la misma noche electoral.
En este sentido, tiene razón Acebes al calificar a Zapatero como "líder corrosivo", pues muchos candidatos socialistas, al margen de la valía de sus contrincantes del PP, se han visto perjudicados por la trayectoria emprendida por el presidente del Gobierno. Es verdad, como dice Acebes, que hay "voces de intelectuales, profesionales, militantes e, incluso, cargos del PSOE, que creen que el gran problema de España y del PSOE es Zapatero".
Ahora bien, la apuesta personal de Zapatero, muy por encima de nombres propios como los de Sebastián y Simancas, era la de lograr un frente anti PP "como sea y con quien sea" para seguir en La Moncloa. Y desde esta perspectiva, la única corrosión que le importa a Zapatero no es la de España, ni siquiera la de su partido, sino la que le provocaría la pérdida del poder.
Desde la perspectiva de Zapatero, que España sea una nación pasa a ser algo tan "discutido o discutible" como eso de contabilizar los votos de su capital a la hora de calibrar los resultados electorales. Lo que le importa a Zapatero no son los costes de su partido individualmente considerados, ni en Madrid, ni en Navarra, sino el apoyo total con el que cuenta para seguir en La Moncloa. Desde allí, todo es posible, incluido el designar a dedo a los próximos candidatos del PSOE a la alcaldía y a la Comunidad de Madrid.