Estas elecciones municipales y autonómicas serán recordadas como aquellas en que se materializó la traición del PSOE a la nación, al haber permitido la vuelta del partido de ETA en las instituciones. Pero sin duda son también muchas otras las razones por las que destacar la importancia de este 27 de mayo, además del propio hecho, no poco importante, de que las instituciones locales y quince de las autonomías hayan renovado sus instituciones.
No cabe duda de que de todos los análisis que pueden hacerse el más urgente se refiere a Navarra, donde la suma de votos de UPN y CDN no es suficiente para renovar el Gobierno constitucionalista liderado por Miguel Sanz. El futuro Gobierno de Navarra cae en manos del PSOE, que hasta el momento ha jugado a la ambivalencia. Ahora tendrá que decidir si dejar al margen a los nacionalistas o aliarse con ellos. Si escoge lo primero, habrá cerrado cualquier opción a mantener la negociación con ETA. Y, a la vista de que la apuesta de Zapatero por esta negociación, que se mantiene desde 2001, es a prueba de bombas en Barajas, las perspectivas no son nada buenas. Si se cumplen los peores augurios, la parte de la sociedad navarra que no desea en absoluto la anexión al País Vasco ni ser moneda de cambio en una mesa de negociación a la que no ha sido invitada tendrá que luchar por sus derechos con todas sus energías.
Uno de estos aspectos destacables se refiere a quien seguramente se haya convertido en la gran ganadora de estas elecciones, que no es otra que Esperanza Aguirre, quien ha revalidado su mayoría en la Comunidad de Madrid con un resultado espectacular. La región más próspera de las españolas y una de las más descollantes en Europa ha aprobado con una amplísima mayoría su confianza en Esperanza Aguirre y su equipo. La presidenta regional ha apostado por la integración de Madrid en la economía mundial, por la rebaja de impuestos y por una política de corte liberal. En materia educativa, ha prometido acercar el sistema a los deseos de los ciudadanos en la medida en que lo permite la Ley. Pero es que además Aguirre ha mantenido un discurso nacional integrador y de firmeza frente a la ominosa política de José Luis Rodríguez Zapatero. Todo ello ha contado con el mayoritario respaldo de los madrileños.
Por lo demás, en Castilla y León, La Rioja, Comunidad Valenciana y Murcia el PP renueva su mayoría, como lo hace el PSOE en Extremadura y Castilla-La Mancha, aunque aquí con un retroceso visible. Los populares, por su parte, se enfrentan a la reedición del multipartito en Baleares al haber perdido la mayoría absoluta.
Finalmente, se ha hecho visible el "efecto Sebastián", por el desastroso candidato que Rodríguez Zapatero ha colocado en Madrid para enfrentarse a Alberto Ruiz Gallardón, quien ha renovado con amplio margen la mayoría del PP en la capital, que ya es la cuarta consecutiva. En Marbella el hedor de la corrupción se ha llevado a todos los partidos que han tenido responsabilidad de gobierno en aquella localidad, lo que ha otorgado al PP, único partido que no ha participado en ella, la mayoría absoluta.
Pero más allá incluso de los resultados concretos, en ocasiones con una importancia de primer orden incluso para la nación al completo, hay un dato que sí se refiere al conjunto del electorado y es la victoria en votos del Partido Popular. Es la primera vez desde la mayoría absoluta de José María Aznar, en 2000, que el PP es el partido más votado por los ciudadanos españoles. Y, si uno se toma la molestia de repasar la historia de las citas electorales desde 1977, observará que las elecciones locales han marcado los cambios de ciclo en las generales. El Gobierno ha querido desvincular este respaldo al PP de su propia política, pero es un esfuerzo inútil. Las malas noticias de ETA y Navarra no pueden quedar compensadas con este resultado conjunto, pero sí nos otorga una esperanza de cambio, tan necesario.