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Carlos Semprún Maura

¡Viva el húngaro!

Las ideas y valores de Sarkozy son de derecha, qué duda cabe, y es interesante señalar que es el primer político francés desde hace lustros en reivindicarse de derechas, sin complejos.

Lo más evidente, lo que quiero resaltar primero, es el extraordinario recorrido político de Nicolas Sarkozy hasta su victoria en las presidenciales de este domingo con el 53,6%, de los votos contra el 46,4% de Ségolène Royal, y una masiva participación electoral del 85%. Es la primera vez que un hijo de inmigrantes es elegido presidente de la República en Francia, y este dato histórico demuestra que muchas cosas han cambiado en este país, y que los franceses están hartos de su decadencia.

No han faltado en su vida política, sin embargo, los obstáculos, las zancadillas y las trampas hasta el mismo comienzo de su campaña; el caso Cleamstream no está muy lejos. Muchos provinieron de su propio campo, porque tuvo que vencer la oposición nada menos que del presidente Chirac, del primer ministro Villepin, del presidente de la Asamblea Nacional, Debré, y de otros ministros y diputados chiraquianos. Y eso sin hablar del partido socialista, de la izquierda carca progre, de Bayrou y de los virulentos insultos de Le Pen. Sin embargo, venció.

Se me dirá que enfrente no tenía nada, una précieuse ridicule, Ségolène Royal. Es cierto, ya lo he dicho, pero era una boba con glamour, telegenia, labia y desparpajo. Tampoco estoy seguro de que otro candidato socialista hubiera obtenido mejores resultados. Porque si Sarkozy ha mostrado tanta energía como voluntad, tanta habilidad como firmeza, ha hecho ver, sobre todo, que tenía ideas. Mientras, su adversaria hacía gala de buenismo, y un buenismo perfectamente contradictorio.

Las ideas y valores de Sarkozy son de derecha, qué duda cabe, y es interesante señalar que es el primer político francés desde hace lustros en reivindicarse de derechas, sin complejos. Una derecha moderna, social, con ribetes liberales, pero asimismo tradicional. No en balde ha anunciado el fin del "espíritu de mayo del 68". Dijo que quería rehabilitar el trabajo, lograr el pleno empleo, rehabilitar la moral, el esfuerzo y el mérito y que todo derecho exige deberes. Si insistió en la necesidad de controlar la inmigración y mejorar la seguridad, también defendió repetidamente la democracia, la igualdad de todos ante la ley, la solidaridad y, sobre todo, la nación y la identidad nacional. Esta victoriosa noche de fin de campaña me recordó la famosa frase de John F. Kennedy: "No preguntes lo que tu país puede hacer por ti, pregúntate qué puedes hacer por tu país".

Pese a la hábil, masiva y malévola campaña de la izquierda, coreada por tantos medios, que presentaba a Sarkozy como una facha, y además un facha extranjero, ha triunfado en una campaña muy popular, con masiva participación en los mítines y los debates y un extraordinario número de votantes en la primera y segunda vuelta; lo contrario a nuestro "estatuto andaluz", pongamos. Sarkozy ha sido elegido presidente con el mejor porcentaje de la derecha en las presidenciales desde De Gaulle, si excluimos la rara elección entre Chirac y Le Pen.

Dejo para una próxima carta mi comentario a su mensaje al "amigo americano", a la UE, al continente africano y... al medio ambiente. Me limitaré ahora a señalar que este lunes por la mañana una mayoría de franceses se han despertado "húngaros". Salvo yo, no faltaba más, puesto que soy español.

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