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Agapito Maestre

Zapatero y sus tiranuelos

La movida de la Abogacía y la Fiscalía General del Estado es un simple rodeo totalitario para seguir negando las evidencias, en realidad, las injusticias, que comete un Gobierno contra esa parte de la ciudadanía española que sólo quiere vencer al terror.

Empieza a parecer obvio que en España la "justicia política", o sea, la "injusticia" predomina, por encima, del Parlamento, del discurso crítico de la oposición, de las víctimas del terrorismo y, por supuesto, por encima de la opinión política más desarrollada. Ya ha quedado claro que el Tribunal Supremo sólo juzgará lo que quiere el Gobierno. Teman lo peor: el citado tribunal "legalizará" la vuelta del terror a los gobiernos locales.

Nadie se engañe. Seamos realistas y repitamos: Todo el mundo sabe que Zapatero no cumple la ley, especialmente la Ley de Partidos, porque su objetivo es legalizar el terror. Llegar a gobernar un día el País Vasco con una ETA legalizada es, en efecto, el ideal de Zapatero. Por eso, la impugnación por parte de la Abogacía y la Fiscalía General del Estado de una parte de las listas electorales de la franquicia de ETA, ANV, o mejor, las listas de los terroristas de ANV es una pantomima, una representación atroz, forzada por el Gobierno para simular que existe el Estado de Derecho en España. Todo es falso.

La movida de la Abogacía y la Fiscalía General del Estado es un simple rodeo totalitario para seguir negando las evidencias, en realidad, las injusticias, que comete un Gobierno contra esa parte de la ciudadanía española que sólo quiere vencer al terror. A pesar de todo, hay comentaristas políticos, curiosamente no afectos al Gobierno, que consideran que esta tesis no está probada, sino que son sólo sospechas, o peor, juicios de intenciones sobre un Gobierno democrático que estaría dispuesto a comprender y respetar el poder judicial.

Aunque produce hilaridad ese tipo de defensa del Gobierno más arbitrario y manipulador de Europa, deberíamos preguntarnos a qué extraño mecanismo obedece esta querencia, o mejor, defensa de un Gobierno que ha mostrado de todas las maneras posibles que sólo le interesa legalizar al terror y marginar a la oposición, o sea, acabar con la libertad. Creo que esa actitud, aparte de engañarse con elucubraciones sin sentido y deseos vanos, obedece a una mentalidad tiránica, que prefiere antes repetir los esquemas del tirano que enfrentarse a la perversidad tiránica.

Refleja la actitud cómoda de un pueblo pastueño. Es la servidumbre voluntaria criticada, hace más de dos siglos, por el genial La Boétie: "Hecho extraordinario y, sin embargo, tan común –y por esta razón hay que dolerse más y sorprenderse menos– es ver un millón de millones de hombres servir miserablemente, teniendo el cuello bajo el yugo, no constreñidos por una fuerza muy grande, sino que en cierto modo encantados y prendados por el sólo nombre de Uno". Por desgracia, esa gente, que parece encantada por Zapatero, no sólo renuncia voluntariamente a la libertad, sino a la vida. Cierto, si las tropelías cometidas por Zapatero a favor del terror no conducen a una rebelión ciudadana, entonces tendría razón La Boétie: no hay tiranos sin tiranuelos. No hay tiranos sin "pueblos que se dejen, o más bien, se dejen someter, pues cesando de servir, serían, por esto mismo, libres. Es el pueblo el que se esclaviza, el que se corta el cuello, ya que teniendo en sus manos el elegir estar sujeto o libre, abandona su independencia y toma el yugo, consiente en su mal o, más bien, lo persigue."

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