No hay un modo educado ni un momento adecuado para decir esto: las universidades norteamericanas se han convertido en industrias de repartir mimos. Administradores niñera supervisan códigos de lenguaje, colegios mayores segregados, departamentos académicos políticamente correctos y "espacios seguros" designados para proteger a los estudiantes selectivamente de las opiniones dañinas, es decir, de derechas. Mientras, permiten que las turbas expresen sus posturas izquierdistas aprobadas y bendecidas, como sucedió en un caso de libro: los manifestantes del Proyecto anti-Minuteman de la Universidad de Columbia.
En lugar de enseñar a los alumnos a defender aquello en lo que creen, los profesores estadounidenses les blindan de cualquier debate intelectual con enjundia. En lugar de fomentar la autonomía, nuestras instituciones de enseñanza superior alimentan la pasividad y el evitar los conflictos. Y al mismo ritmo en que se procede a la erosión de la autodefensa intelectual se merma la autodefensa física.
Mientras empezaban a llegar noticias sobre la carnicería en Virginia Tech, un lector me envió por correo electrónico una noticia de enero pasado. Los legisladores del estado de Virginia habían intentado aprobar una ley que hubiera reducido las restricciones a las pistolas en los campus universitarios. La ley no fue aprobada por la oposición de los activistas anti-armas y los administradores de Virginia Tech.
¿Es demasiado pronto para preguntar que hubiera pasado si...? ¿Qué hubiera pasado si esa propuesta de ley hubiera sido aprobada? ¿Qué hubiera pasado si un solo estudiante de en esas clases hubiera estado en posesión legal de un arma de fuego escondida para fines de autodefensa?
No es demasiado pronto para Katie Couric, que ya ha criticado con severidad a los miembros de la seguridad del campus inmediatamente después del tiroteo por lo que tenían que haber hecho una vez transcurridos los hechos. Tampoco lo es para la junta editorial del New York Times, que ha publicado su automático llamamiento por un mayor control de armas, así que no debe serlo para que plantearse preguntas sobre cómo la constante presión anti-armas por parte de los funcionarios del centro podría haber puesto en peligro a los estudiantes.
La historia de fondo: Virginia Tech había castigado a un estudiante por llevar a clase la pasada primavera una pistola, a pesar del hecho de que tenía licencia de armas. La ley hubiera impedido a las universidades públicas hacer "normas o regulaciones que limiten o reduzcan la capacidad de un alumno que posea un permiso válido para llevar un arma legalmente escondida". Después de que la propuesta falleciera en un subcomité, la junta de gobernación del centro reiteró su prohibición de llevar armas a estudiantes y empleados, y a los visitantes de introducirlas en el campus.
A finales del verano pasado, un tiroteo cerca del campus provocó que los estudiantes reclamaran de nuevo que se relajaran las normas de la universidad contra la autodefensa armada. Los funcionarios de Virginia Tech no lo consideraron lo bastante bueno para ellos. En respuesta a la columna publicada por el estudiante Bradford Wiles en el periódico de la universidad a favor de portar armas ocultas en el campus, el vicepresidente asociado del Virginia Tech, Larry Hincker, se burlaba:
Es increíble leer las opiniones de Bradford Wiles. Los editores de esta página deben haber impreso este comentario solamente por malicia. Seguro que se rascaron la cabeza diciendo: "No puedo creer que de verdad quiera decir eso". Wiles nos dice que no se sintió seguro con los cientos de oficiales entrenados y armados con rifles de precisión que rodeaban el edificio y le protegían. Llega a insinuar que necesitaba su arma para su protección personal.
¡Pero cómo se atreve!
El redactor querría hacernos creer que un campus universitario, con decenas de miles de jóvenes, está más seguro cuando todos llevan armas. Imagine el miedo continuo de los estudiantes en ese escenario. Ya hemos visto ese miedo aquí y no queremos volverlo a ver. Las armas no tienen cabida en las aulas. Nunca la tendrán. Virginia Tech tiene una política muy clara para evitarlo.
¿Quién se rasca la cabeza ahora, señor Hincker?
Algunos comentaristas insisten en que es prematuro o de mal gusto examinar el impacto de las normas escolares que impedían a los estudiantes llevar armas en el campus. Andrew Sullivan se quejaba de que era "tétrico" destacar correos electrónicos de lectores llamando la atención sobre las restricciones del Virginia Tech a la autodefensa. Mientras, la Campaña Brady para la Prevención de la Violencia Armadas se dedicaba a sacar tajada de la masacre aumentando su número de socios y reuniendo direcciones de correo electrónico para las oficinas locales de Marcha del Millón de Madres. "Estamos enfurecidos por el incremento en la violencia armada en Estados Unidos, especialmente el reciente tiroteo en el Virginia Tech", reza la petición online. "Añada su nombre a la creciente lista de personas que dicen: '¡Basta ya!'"
Basta ya. Basta ya de desarme intelectual. Ya basta de desarme físico. ¿Quiere un campus más seguro? Comience por resucitar la cultura de la autodefensa en mente, cuerpo y espíritu. Empieza con una palabra: plantar cara.