Los socios de Zapatero acaban de hacer pública una resolución en la que proponen la celebración de un referéndum sobre la autodeterminación de Cataluña. Quieren sumar suficientes apoyos como para irse de España y ya han advertido a los socialistas que, si no les acompañan, buscarán el concurso de CiU y harán a Artur Mas presidente para que salga al balcón del Palacio de la Generalidad para proclamar la independencia de Cataluña y quién sabe si la tercera república.
Que ERC haga y diga las cosas que hace y dice ya no sorprende a nadie. Lo grave es que los socialistas lo permitan. Los independentistas anuncian movilizaciones en la calle y el presidente del Parlamento de Cataluña propone "pasar al plan B" si el Tribunal Constitucional no les da la razón en el recurso al Estatuto. En un Estado democrático y de Derecho como el nuestro no hay más plan que cumplir la ley y respetar y acatar las resoluciones judiciales. Pero los independentistas están crecidos, saben que el Gobierno de España se encuentra acorralado por ETA y no van a dudar en aprovecharse de la situación de extrema debilidad de Zapatero para intentar cargarse nuestro modelo de Estado.
Zapatero tiene como socio mayoritario a quien está planteando un chantaje a las instituciones democráticas de nuestro país. Los socialistas ya se han rendido ante los chantajes de De Juana y Otegi. Ahora parece dispuesto a rendirse ante el chantaje del referéndum que le plantean sus socios de gobierno. Zapatero y Montilla deben romper inmediatamente con los independentistas catalanes. El órdago que acaba de plantear el partido de Carod Rovira al Estado no puede ni debe pasar desapercibido. ¿Qué más debe pasar para que Zapatero reaccione?
Estoy convencido de que el PP apoyaría a Zapatero si éste abandonase la radicalidad, si volviera al Pacto por las libertades y contra el terrorismo y frenase la voluntad de ERC de romper España. Pero si Zapatero no está dispuesto a cambiar de compañeros de viaje y prefiere seguir con ETA, Batasuna y Esquerra, que no cuente con nosotros.
Los nacionalistas catalanes no querían un nuevo Estatuto para Cataluña. Querían un nuevo modelo de Estado y un texto que dinamitase la Constitución. Y los socialistas no dudaron en apoyarlo. Después de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la llamada "deuda histórica" de Andalucía, los dirigentes de Esquerra se han puesto muy nerviosos. Le han visto las orejas al lobo y preparan sus estrategias para plantear el mayor desafío que jamás haya sufrido la nación española después del planteado por la banda terrorista.
Nunca debimos llegar tan lejos. Y nunca hubiéramos llegado si no hubiera sido por la intervención de Zapatero, que salvó el Estatuto cuando aceptó que el texto reconociese a Cataluña como nación cuando ya todos lo habían descartado. En el PSOE advirtieron a Ibarretxe sobre las consecuencias de convocar un referéndum sobre la autodeterminación del País Vasco. Ahora callan y miran hacia otro lado. Los necesitan para llegar a fin de mes.