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EDITORIAL

Prisa y la guerra contra el PP

Gallardón ha vuelto a dar una muestra de su fidelidad inquebrantable, sumisa y rastrera a Jesús Polanco, y a chotearse, una vez más, del partido al que sirve nominalmente, y de su líder Mariano Rajoy. ¿Le amonestará Rajoy, al menos?

Desde que el PSOE ha vuelto al poder, masacre con objetivos electorales de por medio, ha adoptado una posición muy clara al respecto de los términos en que se debe mover la política nacional. Ha dicho adiós a la Transición, que se basó en la idea de que todos tenían legítimo derecho al poder por la vía de las urnas. Y ha recuperado el odio histórico entre las dos Españas, ya desdibujadas por la Historia, con el objetivo de volcarlo sobre el partido de centro derecha, el PP, que por el contrario se aferra a la Constitución y al pacto de la Transición como bases de la convivencia cívica y en tolerancia.

A pesar de ello, o precisamente como parte de la misma campaña, que ha sido ampliada y magnificada por los medios de Prisa, Polanco ha acusado al PP de guerracivilista. Adoptando él mismo el tono que achaca al Partido Popular, ha acusado a quienes se manifestaron en Madrid contra la excarcelación de De Juana de "franquismo puro y duro". El PP ha reaccionado como debe. Defendiéndose de estos exabruptos polanquiles y haciendo lo propio con sus votantes y con los muchos que acudieron a la concentración ciudadana del 10 de marzo y que no han votado a los populares ni comparten ideología con ellos. Polanco ha expresado lo evidente, y es que él y los medios de su grupo se ven en una cruzada contra el centro-derecha español y contra el PP, sin concesiones ante la lógica, la moral o la realidad más tozuda y menos interpretable. Sin descanso, sin tregua.

El reconocimiento explícito por parte de Jesús Polanco de la actitud de Prisa hacia el PP es reciente, pero dicha actitud se demuestra cada año, cada día, cada minuto, desde hace mucho tiempo. El PP tiene ahora una nueva oportunidad para reflexionar sobre por qué tomó la decisión de no hacer cumplir la sentencia del Supremo sobre el antenicidio, o por qué se dedicó a favorecerle desde el poder. El PSOE, por su parte, lo tiene muy claro y ve las contiendas electorales como ejercicios masivos de control mental y episodios de una guerra de la que, ya sea mirando al pasado, ya al futuro, no se ven muy alejados.

Alberto Ruiz Gallardón siempre está presumiendo de fidelidad. Y ha vuelto a dar una muestra de su fidelidad inquebrantable, sumisa y rastrera a Jesús Polanco, y a chotearse, una vez más, del partido al que sirve nominalmente, y de su líder Mariano Rajoy. El PP dice que retomará sus relaciones con Prisa si el grupo mediático cumple una condición, la de rectificar, y Gallardón dice que el acercamiento del PP a su amo ha de ser "sin condiciones". ¿Le amonestará Rajoy, al menos?

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