Pese al desprestigio de muchos galardones dedicados a la promoción de la paz y a la defensa de los derechos humanos, concedidos a veces a personajes que poco o nada tienen que ver con estos loables comportamientos, el Premio a la Tolerancia de la Comunidad de Madrid sigue siendo un modelo de coherencia y rigor.
Este año los premiados han sido Khadi Koita, presidenta de la Red Europea de Lucha contra la Mutilación Genital Femenina, y Carlos Alberto Montaner, vicepresidente de la Internacional Liberal e incansable defensor de la democracia en su Cuba natal. Dos perfiles ejemplares que llaman la atención sobre las mayores amenazas para la libertad en nuestros días: el fanatismo religioso y la tiranía, fenómenos que oprimen a cientos de millones de personas en todo el mundo y ante los cuales las sociedades democráticas no deben inhibirse ni amedrentarse. Y menos aún lisonjear a los opresores, como por desgracia hace, para bochorno de la inmensa mayoría de los españoles, el ministro Moratinos con sus loas a todo lo que huela a dictatorial y tiránico.
Como atinadamente señaló Montaner en su discurso, "no hay Estado, partido político u organización ideológica o religiosa que sepa mejor que nosotros mismos lo que queremos y lo que nos conviene". Además, "la libertad no es un lujo, sino una imperiosa necesidad de la conciencia". Sin ella "nos convertimos en farsantes, y esa postura se transforma lentamente en un hondo malestar psicológico, en neurosis". El galardonado no olvidó a las víctimas de ETA, definida como "una banda de asesinos decididos a imponer su voluntad mediante la intimidación y el crimen". Es una triste ironía que buena parte de la izquierda española haya reemplazado esta cabal descripción por una vergonzante colección de eufemismos y disimulos.
La parte más emotiva de la alocución del premiado fue sin duda la dedicada a su tierra. Hubo palabras de recuerdo para su compatriota Raúl Rivero, para los presos políticos de la isla y para "las dignas Damas de Blanco" quienes "recorren las calles silenciosamente pidiendo la libertad de sus seres queridos mientras a veces son acosadas por las turbas organizadas y enviadas por el Gobierno".
Cualquier demócrata desea que el anhelo expresado por Montaner de que "estamos en la última etapa de una larga pesadilla que se ha extendido por casi medio siglo" se realice en breve. No obstante, para lograrlo, tanto el pueblo cubano como las mujeres mutiladas y esclavizadas en África, Asia, y por desgracia también en algunos lugares de Europa, necesitan más que buenos deseos. Desafortunadamente, ni lo uno ni lo otro practica el Gobierno español, embarcado en pactos con las viejas dictaduras y con las ominosas nuevas formas de tiranía.
En contraste con esa actitud, distinciones como las concedidas este miércoles constituyen un acicate para los comprometidos con la tolerancia y la libertad y una poderosa admonición a los practicantes de la rendición preventiva. Como dijo el emperador Carlomagno, "la esperanza es el sueño de los que están despiertos". Ojalá las palabras de Montaner sirvan para espabilar a unos y avergonzar a otros.