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Juan Carlos Girauta

Ni Dios

cualquiera advierte que en el librito apadrinado por la Junta de Extremadura lo más grave no son las imágenes en sí mismas –siempre habrá enfermos, sobre todo estetas enfermos– sino el apadrinamiento.

Mofarse de la fe y zaherir a los creyentes no es asunto de laicismo ni de ateísmo; es asunto de juzgado de guardia. La ley no pena esas conductas para proteger a una confesión en especial sino para salvaguardar un bien jurídico fundamental en cualquier sociedad que merezca el nombre de civilizada.

La delimitación del respeto a las creencias religiosas podrá ser difícil en la teoría y conducir a una casuística discutida y discutible, como la nación de Rodríguez. En la práctica es bastante más fácil distinguir el libre pensamiento y la libertad de creación de las puras ganas de hacer daño.

Por lo demás, no es el creyente el único ofendido cuando se mezclan imágenes sagradas y pornografía. Nadie cabal justifica que se hiera al prójimo gratuitamente en lo más íntimo. Así, cualquiera advierte que en el librito apadrinado por la Junta de Extremadura lo más grave no son las imágenes en sí mismas –siempre habrá enfermos, sobre todo estetas enfermos– sino el apadrinamiento.

Aquí la progresía miente. De nuevo. Si creyeran de verdad en el librepensamiento ya habrían renunciado a la severa corrección política que arroja a los infiernos laicos a cuantos dudan del maltrecho dogma darwiniano ("He llegado a la conclusión de que el darwinismo no es una teoría científica contrastable, sino un programa metafísico de investigación", Karl Popper, Búsqueda sin término).

Lo que reivindica el progre hispano –y sus representantes, con el dinero y el prestigio públicos– es el derecho a herir. ¿Les molesta tanto la fe? No cualquier fe. El valiente productor Gómez dice entender por qué se quemaban iglesias, pero se guardará mucho de chocar con la sensibilidad musulmana urdiendo una Teresa que se llame Fátima. Han escogido a Paz Vega para encarnar –nunca mejor dicho– a Teresa de Cepeda y Ahumada. ¿Por qué no un Juan de la Cruz con Nacho Vidal, amparándose en la metáfora de metáforas, el alma y Dios, la amada y el Amado? Que hagan lo que quieran, salvo jalear la quema de iglesias, como hace el productor nada menos que en España y en pleno aquelarre de la memoria histórica.

El hortera está más tieso que la mojama desde hace un montón de años (se arruinó a golpe de éxitos). A pesar de su jaguar blanco, tenía que recurrir a crédulos solventes porque en los bancos no lo recibían. Ahora ruge que si no obtiene los millones que cree merecer con su carnal Teresa, los pondrá en el debe de la Conferencia Episcopal. ¡Gómez el contable! Así son ellos. Bien, Gómez, de acuerdo, lo que quiera, pero, ¿para cuándo el Islam?

¿Para cuándo el Islam, temible consejero de cultura extremeño? Con políticos de esta catadura no hay nada que hacer, aparte de llevarlos a los tribunales en ocasiones como la presente. En cuanto a los Gómez, Luppi y el resto de la tropa del cordón sanitario y la gasolina sacrílega, propongo mantenerles su limosna (llamemos a las cosas por su nombre) sin necesidad de que fatiguen nuestras pantallas. De todos modos no va a verlos ni Dios.

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