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Pío Moa

Por la Constitución

La defensa de la Constitución es prioritaria y debe ser el eje de cualquier política que busque la continuidad de la unidad de España y de la democracia frente a quienes las pisotean a diario.

Desde antes de la llegada del actual Gobierno al poder se formó una alianza entre el PSOE y los separatistas, con proyección hacia los terroristas, para destruir la ley constitucional y demoler la convivencia en libertad construida desde la Transición. Con la obtención del poder por esta liga anticonstitucional, antidemocrática y antiespañola, el proceso se ha desarrollado aceleradamente, por medio de actos consumados. De ahí que muchos, incluso entre quienes se oponen a esa infame alianza, den por liquidada la Constitución y piensen en un nuevo período constituyente, por lo demás impreciso en extremo. Creo que esa actitud es suicida porque:

  1. Da por buenas o por irremediables las maniobras de unos políticos obviamente delincuentes. El precedente autorizaría en lo sucesivo maniobras del mismo género, es decir, la vulneración sistemática e impune de la ley abusando del poder.

  2. Deja hundirse sin resistencia la Constitución más democrática y de mayor consenso en la historia de España. Será extremadamente difícil alcanzar un consenso parecido para establecer una nueva ley. Lo cual implica un peligro de ilegitimidad e inestabilidad crecientes.

Esa tendencia a dar por muerta la Constitución expresa también, en muchos casos, la insatisfacción de mucha gente con los evidentes errores que contiene y del modo en que fue elaborada. Esos defectos existen, no cabe la menor duda, pero precisamente la ley prevé los mecanismos para corregirlos, por reforma y sin incurrir en golpismo o delincuencia. Y a ellos debe recurrirse. En su momento habría que promover una reforma legal, en el sentido contrario a los deseos de los separatistas, los terroristas y el funesto Gobierno del niñato.

Pero en todo caso, ahora y luego, la defensa de la Constitución es prioritaria y debe ser el eje de cualquier política que busque la continuidad de la unidad de España y de la democracia frente a quienes las pisotean a diario. Con la Constitución hemos convivido aceptablemente y en paz –esa paz real que intentan echar abajo los delincuentes en nombre de la "paz" del terrorismo y la corrupción–, y sobre esa experiencia debemos construir y mejorar. España ha sufrido en los últimos dos siglos demasiadas convulsiones traídas, precisamente, por los necios que desprecian el pasado y creen que la historia puede empezar de la nada cada poco tiempo, para acomodarse a sus ideíllas calenturientas. El país ha sufrido demasiado de estos charlatanes voluntariosos y corrompidos, y si no les paramos los pies ahora, podemos perfectamente repetir lo peor de nuestra historia.

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