Los dinosaurios son animales fascinantes. El hecho, además, de que para estudiarlos debamos recurrir a los fragmentos incompletos de historia que podemos deducir a partir de sus restos fosilizados, como quien intenta leer un texto del que sólo tiene unas cuantas palabras sueltas y divididas en pedazos irregulares, les confiere un aura mítica, detectivesca, y los convierte en auténticos enigmas caminantes de hasta sesenta toneladas que confunden a los científicos y se rodean de creencias populares, de hechos no demostrados.
La mayoría de las personas, por ejemplo, tiende a ver a los dinosaurios como la reproducción a muy gran escala de reptiles como los lagartos, como de hecho sugiere la etimología de su nombre, "lagartos terribles". Animales, por tanto, de sangre fría. Sin embargo, no existe siquiera un consenso definitivo sobre si los dinosaurios eran animales de sangre fría o caliente, y existen teorías en ambos sentidos. El elevado tamaño de los dinosaurios les dotaba de una superficie corporal pequeña en relación a su peso (cuando se duplica el tamaño de un animal, su superficie se multiplica por cuatro, mientras que su volumen lo hace por ocho), lo que hace que el tamaño de los dinosaurios pudiera ser o bien una defensa para evitar la pérdida de calor corporal si eran de sangre fría o, por contra, una manera de luchar contra el sobrecalentamiento, como hacen los actuales mamíferos de sangre caliente.
Lo que sí está claro es que su gran tamaño ofreció a los dinosaurios un factor de ventaja competitiva fundamental, que les permitió dominar la Tierra con aplastante (nunca mejor dicho) hegemonía durante casi todo el Mesozoico o Era Secundaria, a la que, de hecho, se conoce como Era de los Dinosaurios. Sea por una u otra explicación, su tamaño les permitía competir mejor, obtener ventajas que otros animales no podían alcanzar, y que se expresaban en forma de una mayor eficiencia energética, una colonización de nichos ecológicos inaccesibles a otras especies, y otros factores que redundaron en una absoluta dominación del planeta durante unos ciento sesenta millones de años.
La reflexión acerca de los dinosaurios me lleva a pensar en el planteamiento que una empresa, Microsoft, realiza con respecto al mismo factor, algo que seguramente subyace en el hecho de que haya sido la compañía más vigilada y castigada por la legislación en los últimos tiempos. ¿Qué ventajas otorga a Microsoft el hecho de ser grande? ¿Podría un competidor más pequeño replicar su estrategia? La respuesta es, claramente, no. En el caso de su último producto, Windows Vista, la estrategia de entrada en el mercado se basa no en la supremacía técnica del producto con respecto a sus competidores, sino al hecho de que su tamaño le permita negociar su preinstalación en los ordenadores nuevos. Con una tasa de renovación de máquinas suficientemente elevada, como la que se produce actualmente, Microsoft no necesita prácticamente vender Vista en ninguna tienda porque los clientes, lo quieran o no, acabarán con uno delante de los ojos cuando intenten cambiar de máquina. Si un competidor de menor tamaño pretendiese hacer algo así, los fabricantes de ordenadores simplemente no lo considerarían.
Para hacer esto, no obstante, Microsoft necesita asegurar a dichos fabricantes de ordenadores, su canal de distribución natural, que el producto provocará a su vez la necesidad de comprar una nueva máquina, impulsando así la velocidad de renovación del parque. Resulta curioso plantearse que incluso en el caso de que los programadores de Microsoft hubiesen podido crear un Vista más ligero, capaz de correr en ordenadores más modestos, simplemente no les habría interesado, porque ello no obligaría al cambio de ordenador y no haría feliz a su principal canal de distribución. El programa es, por tanto, un mastodonte, pero tanto por diseño como por interés. Ser grande por ser grande, porque si soy más pequeño y funciono en las mismas máquinas que antes, mi estrategia de apalancamiento en tamaño no funcionaría.
Además, el tamaño puede utilizarse para extender el dominio a otras áreas, algo por lo que Microsoft ya ha sido sancionada en innumerables ocasiones para encontrarse siempre con el mismo resultado: la compañía paga las sanciones casi con alegría, como un precio más que hay que pagar para mantener su estrategia. Así, por ejemplo, el hecho de poner en el mercado un nuevo navegador, incluirlo de serie en su sistema operativo y ponerle como buscador por defecto el suyo, unido a un procedimiento que hace difícil a la mayoría de los usuarios la instalación de otro buscador, hace que de repente un número elevado de personas se encuentre "mágicamente" usando un motor de búsqueda que no es ni el más popular, ni el mejor, ni el más recomendable, ni el que usaban antes, ni seguramente siquiera el que querían utilizar. El hecho, igualmente, de configurar la plataforma Live como servicio por defecto en Windows Vista, introduce un fenómeno de crecimiento súbito en número de usuarios, crecimiento que no tiene nada que ver con la dinámica competitiva de dichos servicios: Live es igual de bueno o malo que antes de lanzar Vista, pero su dinámica competitiva se ha visto distorsionada para bien. Algo que, por supuesto, Microsoft se apresura a vender a potenciales anunciantes como un fuerte crecimiento que les permitirá poner su publicidad delante de los ojos de millones y millones de usuarios.
Sin pretender opinar acerca de la calidad de esos servicios o de la misma Microsoft... ¿es su súbito auge una consecuencia del hecho de ser mejores, más competitivos o más brillante que sus competidores? No, en absoluto. Es sólo una consecuencia del hecho de ser más grande. Exactamente igual que los dinosaurios.