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Carlos Semprún Maura

Excepciones "culturales" francesas

Resulta que el yo está prohibido, hay que decir nosotros, o el pueblo, o el Reich.

Francia no es el único país europeo en el que el Gobierno quiere imponer una historia oficial, una mentira "correcta", como en los regímenes totalitarios, pero sí es el último país colonial en donde esté prohibido hablar de colonización, ni siquiera en términos hipócritas, del tipo "la positiva presencia francés en ultramar". En cambio se puede y se debe condenar la colonización y equipararla al nazismo.

Sin embargo, si bien los ciudadanos de las colonias Guyana, Martinica, Guadalupe, Terranova, la Reunión, la isla Mauricio, Tahití y otras islas del Pacífico (como Nueva Caledonia, en donde sí hubo disturbios y muertos) condenan en su mayoría la colonización a rajatabla, tampoco desean en absoluto perder su condición de colonizados, rechazan categóricamente los riesgos de la independencia y se complacen en su situación de asistidos. Y cuando protestan no es porque quieran romper todo lazo con la metrópoli, sino para que les aumenten los subsidios. Evidentemente, no es una cuestión de semántica, de modo que no dejan de ser colonias porque  se les califique hoy de "territorios franceses de ultramar". Eso sí, son unas colonias que dicen aborrecer la "colonización" con tal de seguir siendo "franceses".

Francia es asimismo un país capitalista que aborrece el capitalismo, desde su presidente Chirac, quien declaró que "el capitalismo es tan nefasto como el comunismo", antes y después de ir a vender TGV a China, hasta el trotskilitri de Olivier Beçancenot. Se podrían escribir libros sobre el tema, pero me limitaré a un ejemplo: cuando la petrolera Total publicó sus faraónicos beneficios, muchos se indignaron: ¡Es canallesco, es un insulto a nuestros numerosos pobres! Otros, pasándose de listos, matizaron: con la tremenda competencia mundial, es positivo que una empresa francesa haga beneficios, lo que es escandaloso es que los reparta a sus accionistas, en vez de entregarlos al... ¿Socorro Rojo? Está visto que no entienden el capitalismo, porque si no hubieran repartido beneficios a los accionistas que habían invertido, hubiera sido un robo, ni más, ni menos.

Nadie en Francia está contra la libertad de expresión salvo los comunistas, pero cuando el conocido columnista Alain Duhamel declaró en una reunión privada con estudiantes de Sciences-Po que iba a votar por François Bayrou en las presidenciales, se le expulsó de la cadena de televisión estatal France 2 y de la radio privada RTL. ¡Los periodistas no tendrían derecho a decir por quien piensan votar! Esto no sólo pisotea la libertad de expresión, sino que es totalmente hipócrita y embustero. Si todas las cadenas de televisión estatales, así como las radios también estatales, además de algunos institutos de sondeos y varios periódicos –no sólo Le Monde y Libération– realizan descaradas campañas en favor de Ségolène Royal, ustedes dirán. Pero resulta que el yo está prohibido, hay que decir nosotros, o el pueblo, o el Reich.

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