La entrevista que el candidato de la UMP a la presidencia francesa, Nicolas Sarkozy, ha concedido al diario El Mundo, sus encuentros en Madrid con Zapatero y Rajoy y su posterior mitin, en el que ha pedido el voto a los franceses residentes en España entre gestos de cariño a nuestro país, han puesto una vez más de relieve la envergadura política de un candidato, que no sólo conviene a los deseos de cambio que requiere el país vecino, sino también a los intereses del nuestro.
El discurso de Sarkozy no sólo supone una alternativa al socialismo falsamente renovado de su oponente Ségolène Royal, sino también un profundo cambio respecto al continuismo estatista y decadente de una derecha francesa que, tradicionalmente, ha confundido y tratado de conservar la grandeur de la France con la grandeza de su Estado. Por el contrario, los rasgos liberales del discurso de Sarkozy, su apuesta por la sociedad civil o su llamamiento "al merito, al esfuerzo y al trabajo" de sus compatriotas, contrastan con lo que ha venido siendo la clase política francesa, para la que la prosperidad de las naciones es algo que se gesta en sedes ministeriales a cargo del erario público.
Sarkozy, por otra parte, no sólo ha dado unas muestras de un "atlantismo" con escasos precedentes en el país vecino, sino que se ha mostrado partidario de una construcción de Europa más simplificada y cercana de los ciudadanos. Eso, por no hablar de su empeño por una política común europea en política de inmigración que, si bien le hizo lógicamente distanciarse de Zapatero, nos será imprescindible para atajar las consecuencias de la irresponsable y unilateral regulación masiva llevada a cabo por nuestro Gobierno.
Aunque a veces haya tenido que atemperarlas por razones diplomáticas, para sí quisiera la clase política española –incluida la derecha– la firmeza moral y la claridad política contra el terrorismo de quien, como el actual ministro galo de Interior, ha dicho que "la República real en la que creo es la que encarcela a los asesinos y trata a los terroristas y a los que ponen bombas como lo que son: asesinos y cobardes".
Sarkozy ya ha dado innumerables muestras a España de una histórica colaboración antiterrorista y de una solidaridad, que ayer volvió a hacerse patente con su respaldo a las víctimas del terrorismo de nuestro país. Unos lazos de amistad y de cariño hacia toda España que esperemos que Sarkozy –casado con una bisnieta de Isaac Albéniz– pueda seguir estrechando desde la presidencia de la República francesa.