Estimada Doña Pilar. ¿Qué tal? Soy uno de los periodistas de Libertad Digital que usted adjetivó de forma tan precisa hace unos días. Mi madre, una persona encantadora se lo aseguro, no acaba de entender qué le ha podido hacer a usted para que le llame esa cosa tan fea. He intentado explicarle que su comentario fue realizado en un contexto coloquial y que no hay que atender a la literalidad de la expresión, sino que fue una manera progresista de expresar su pacífica discrepancia con los puntos de vista del medio en que trabajo. Sin embargo no estoy muy seguro de que mi explicación le haya convencido del todo, pues ya sabe que la gente mayor se aferra a convenciones arcaicas como la pulcritud en el lenguaje y demás lacras sociales que arrastran tras cuarenta años de franquismo y no es fácil hacerles comprender las claves del civismo postmoderno.
Hubiera sido mejor llamarnos cabronazos, una herramienta también muy adecuada para definir a un tercero en términos coloquiales, con cuyo significado algunos de mis compañeros, y especialmente yo mismo, podemos estar de acuerdo dada nuestra condición eminentemente gamberra. Sin embargo, debo reconocer que "hijo de puta", además de una mayor sonoridad, delimita conceptualmente la esencia del aludido de forma tan precisa que es difícil sustraerse a su encanto, sobre todo en momentos de tensión nerviosa como los que usted parecía vivir cuando se produjo el exabrupto.
Podría reconvenirle por decir palabrotas en público, pero mis padres, a quienes usted se refería en su comentario, me enseñaron que es de muy mala educación llamar la atención a las personas mayores, sobre todo si son de edad provecta como es su caso. Además, para eso está la libertad de expresión, conquistada por la izquierda para el pueblo español tras siglos de lucha interrumpida, y no vamos a hacer un borrón ahora por un pequeño comentario fuera de tono.
Lo que a usted parece incomodarle tanto de nuestro periódico y nuestra tele es que se critiquen sus posicionamientos políticos, pues de su actividad profesional jamás hemos hecho comentario alguno. Para eso ya están el espectador y la taquilla del cine, dictando su inapelable juicio año tras año. Pero, en tanto que integrante del kolectivo "gentes de la cultura", reconozca que han sido abundantes sus posicionamientos ideológicos, sobre lo cual sí que es lícita la crítica periodística, sobre todo cuando se realiza con la exquisita elegancia de que hacemos gala quienes trabajamos en esta santa (laica, pero santa) casa.
Por nuestra parte, si usted no tiene inconveniente, seguiremos escribiendo y diciendo lo que mejor nos parezca, pues resulta que a nuestro público le gusta mucho cómo lo hacemos. Y no se preocupe, a pesar de este pequeño incidente continuaremos pagando religiosamente nuestros impuestos, para que sus chiquillos y usted misma puedan seguir asombrando al orbe con las obras de arte a que nos tienen acostumbrados en esta edad de oro del cine español que actualmente vivimos.
¡Salud y subvención!
Respetuosamente, un hijo de puta.
Nota: En mi columna El Euskobispo, daba a entender que la convocatoria de la manifestación organizada por el obispado de Bilbao fue realizada con posterioridad al anuncio de la manifestación del Foro de Ermua, cuando en realidad se produjo con mucha antelación. Pido disculpas a todos los lectores y agradezco el gesto a los que me han hecho llegar el dato. Por lo demás, entiendo que esta cuestión no invalida la esencia del artículo, que iba más allá de la polémica respecto al hecho de la coincidencia de ambas convocatorias.