Hombre, Buenafuente, estas cosas se avisan. Si además de pedírmelo dos veces me hubieras hecho saber que estabas desesperado y en las últimas de audiencia, pues no sé, a lo mejor había ido a tu programa para hablar de mi último libro y hacer una entrevista como la de Jesús Quintero. Bueno, eso es difícil, porque ni tú eres Quintero ni yo sería yo si me prestara a hacer de Rodríguez Ibarra con Julia Otero, pero al menos lo habría contemplado como caridad o como penitencia. Es cierto que fuiste más rápido que el Loco y que Madrid (o Barcelona) es un viaje más corto que a Sevilla, pero es que no me daba la gana aparecer por un programa en decadencia con un sujeto que ha quedado para los chistes de los náufragos de las pateras. En todo caso, lamento que el disgusto que pudiera darte mi rechazo a aparecer en tu programa y los índices de audiencia de Quintero te haya llevado a desairar a Ponferrada y sus premios. Míralo por el lado bueno: así haces méritos para volver a Barcelona a hacer las gansadas habituales en uno de los dos idiomas vernáculos que dominas incluso mejor que Montilla. Puedes ir a la cadena de televisión que os ha puesto Zapatero a los sectarios del progresismo al contado y el catalanismo a granel o puedes volver a TV3, de donde nunca has salido. Lo que no sé es cómo has tardado dos semanas en darte cuenta del agravio que para tu ética supone “compartir el palmarés” de esos premios conmigo. Sólo hay entre nosotros una diferencia: yo jamás te invitaría a un programa mío; tú me invitas al tuyo y yo no voy.
Federico Jiménez Losantos
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Radio-Tinell al ataque
Más pena me produce, oh, dilecto Luis del Olmo, verte unido a Buenafuente en esta especie de Ku Klux Klan de las ondas, esa versión radiofónica del Pacto del Tinell que sobre el agravio a tu ciudad natal ha montado la progresía nacionalista
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