El cargo no le ha conferido dones ni ha borrado lacras. Es el mismo de siempre, el que quiso cerrar la COPE, el que insultó a sus empleados y colaboradores, el encargado de recompensar a La Caixa desde Industria –por haberle condonado mil kilos– regalándole una propiedad ajena: Endesa.
No había vuelto a aplicarle el "bachiller" desde que accedió a la presidencia de la Generalidad, cargo que conlleva la representación ordinaria del Estado en Cataluña. ¿Es consciente el bachiller de tanta responsabilidad? No todos saben que "Generalitat" no es sinónimo de Gobierno catalán; engloba un enorme entramado institucional que incluye al Parlament. Es decir, es ejecutivo y legislativo, y contiene una administración pública de considerables dimensiones.
La manera en que se restauró es una excepción en la Transición: tuvo lugar antes de la Constitución. Decisión inseparable del tesón y extraordinaria personalidad de Tarradellas, que iba a la suya, deseaba fervientemente la reconciliación... y contaba con la desconfianza de todo el izquierdismo y nacionalismo catalanes de la época. Pues resulta que, diga lo que diga Rodríguez, es la única institución en toda España que puede afirmar con propiedad su entronque directo con la legalidad republicana. Esto puede gustar o no, pero es historia, y así se hizo la Transición.
Albert Boadella intuye una ley, o una fatalidad, según la cual sólo un loco puede acceder a la presidencia de la Generalidad. Cita a Macià y Companys, a Pujol y Maragall. Y excluye con justicia a Tarradellas. Yo estaba a punto de excluir a Montilla. No puedo.
La púrpura no ha anulado al apparatchik, al peligroso e ignaro sectario. El gañancete que castiga catalán y castellano con igual eficacia, el pequeño Stalin de Iznájar, el buscón de Cornellà, el capitán de capitanes tan admirables como Sala e Iceta no se comporta de acuerdo con la dignidad de su cargo sino con lo que tristemente es. Por eso se apresura a pedir la sustitución de Pérez Tremps para que al PSOE vuelvan a cuadrarle las fichas humanas del Constitucional en la partida amañada del Estatut. Por eso acaba de insultar a centenares de miles de catalanes identificados con el PP: "derecha extrema", repite original.
He dejado de considerarle mi presidente. Cada día que pasa veo con mayor vergüenza que un hombre cuyos únicos méritos son ciertas sórdidas conspiraciones en el Baix Llobregat y en la calle Nicaragua se haya encaramado hasta ahí.