Hace ya casi cuatro años que protesté por primera vez contra la estúpida ceguera mostrada por los responsables de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Este proyecto es una suerte de Google Books, pero hecho al estilo de la universidad española, es decir, pensando poco en el usuario final. Protesté porque los enlaces internos empleaban un formato muy intrincado que impedía que los contenidos fueran indexados por los buscadores, lo que básicamente aislaba el proyecto de sus potenciales usuarios. Además, disponían de un texto "legal" denominado "normas de enlaces" que prohibía todo enlace a cualquier parte de la biblioteca que no fuera la portada y unas pocas páginas más, y en el supuesto de que quisiéramos enlazar alguna página, autorizada, había que esperar un plazo de 15 días tras rellenar un formulario para que nos dieran permiso.
Bueno, al final, parece que han recapacitado. El 26 de diciembre, como inesperado regalo de Navidad, anunciaban que ya se podía enlazar sin petición previa cualquier página de la biblioteca. Por supuesto, no hacían más que reconocer que era imposible poner puertas al campo y que, además, carecían de cualquier base legal para imponer restricciones a aquellos usuarios que en su propiedad privada, esto es, sus páginas web, incluyeran las referencias a otras páginas que les salieran de... la nariz.
Sin embargo, sus "normas de enlaces" siguen siendo un atraco al sentido común y a la propiedad privada. ¡Y eso que se supone que la institución la preside el liberal Mario Vargas Llosa! Han de saber ustedes que cualquier enlace que hagan a la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes debe usar o bien una de estas imágenes o bien un texto que emplee una fuente "Arial, el estilo negrita, el tamaño de un mínimo de 12 y el color deberá tener las siguientes características: rojo 155, verde 23, azul 26, matiz 254, saturación 189 y luminosidad 89". Unos requisitos que, si alguna vez se cumplen, seguramente sea por casualidad. Estoy esperando a que denuncien a todos los buscadores que, tras la eliminación de ese absurdo formato de enlace que tenía, ponen a disposición de los internautas el contenido de la biblioteca. Ni Google ni Yahoo ni MSN ni nadie, en definitiva, cumple las normas. Normal. Los resultados de las búsquedas les pertenecen a ellos, no a ninguna institución retrógrada, del mismo modo que el formato en que está este artículo es responsabilidad de Libertad Digital, no de la Biblioteca Virtual Cervantes ni de cualquiera de los otros sitios web que enlazo.
Repasando sus normas, repiten que el incumplimiento "será perseguido por todos los medios que las leyes prevén" y que "se rigen por las Leyes españolas", pero no dicen qué leyes, seguramente porque aún no las han encontrado. El contenido de la biblioteca puede estar sujeto a los derechos de propiedad intelectual en los casos en que éstos no hayan expirado y, por tanto, emplearlo sin permiso y excediéndonos del derecho de cita sin duda puede ser condenado. Pero las direcciones web donde se encuentran accesibles esos contenidos no son propiedad industrial o intelectual de ningún tipo e imponer "normas de enlace" no es más que un patético intento de vivir en Internet como si, valga la contradicción, ésta no existiera.
Mientras tanto, en el mundo real, Google Books sigue avanzando, y ahora digitalizará la biblioteca del monasterio de Montserrat. Mientras, su competidor Open Content Alliance, en el que participan Yahoo, Adobe o Internet Archive, ha alcanzado la marca de 100.000 ejemplares. No tienen normas de enlaces. Creo.