El día 30 de Diciembre Zapatero estaba noqueado. No existía. Hoy, no nos engañemos, está repuesto. Vivito y coleando. Nadie consigue pararlo. Al contrario, él para en seco a quien osa decirle la verdad: el proceso de paz es un proceso terrorista. Él ha vuelto del revés con indecencia y eficacia el sentido de la frase: el proceso terrorista es un proceso de paz. Sus palmeras terroristas han llegado a jalearlo, después de su comparecencia en el Parlamento, con un lema terrorista: "Las bombas de ETA no deben romper los puentes del diálogo". ¿Descaro? No, es persistencia en la consigna "pacifista" e inmoral de Zapatero en el Congreso. Zapatero sigue encharcando todos los terrenos de juego para secar a sus rivales con su comportamiento rastrero. ¿Quién habla de elegancia? Repartir improperios y mentiras es todo para este político sin escrúpulos. Zapatero está, sí, más firme hoy que ayer; pero hay gente que, escondida detrás del buen discurso de Rajoy en el Parlamento, no quiere reconocerlo. Hacen mal. Se engañan y ocultan la verdad a los españoles.
El PP ha dejado pasar una oportunidad única. Se ha pasado tanto de elegante que estamos ante un partido centradito y sin principios. La mayoría de sus dirigentes son incapaces de comprender que la política limita a un lado con la paz y a otro con la guerra. Ellos prefieren los "discursitos" en el Parlamento y esperar tranquilamente en los despachos una nueva oportunidad. ¿Ingenuos o bobos?.. Lo siento decir tan crudamente, pero es la verdad. Han bastado cuatro retales de la vieja tienda del totalitarismo comunista para hacer un traje a la medida de un político con una "idea" fija e implacable: terminar con España como nación y crear un Estado plurinacional. Sabe que es su hora, porque se enfrenta a políticos con complejos de inferioridad y debilidades de carácter, buenas gentes, sin duda, que confunden frecuentemente prudencia con pusilanimidad. Zapatero sabe, por desgracia, que enfrente tiene gente un tanto pasota.
Sí, sí, pasota o es que acaso no es un pasota quien es incapaz de contestar, o mejor, destrozar el traje de harapos que la gente de la manifestación del sábado ha hecho a Zapatero. Las declaraciones de un viejo y cruel montonero, hoy residente en España, han servido para que Zapatero fuera al Congreso de los Diputados creyéndose alguien. Por cierto, el PP aún no ha respondido, ni ha denunciado ante un juez de guardia, las vilezas del viejo montonero contra un partido democrático. ¿Quién del PP se ha enfrentado al apoyo que unos malos actores, presumiendo de conocimientos políticos, le han dado a Zapatero para que asistiera al Congreso sacando pecho? ¿Quién del PP ha respondido al actor gangoso y presumido que va dando lecciones de política terrorista? ¿Quién del PP le ha dicho las verdades del barquero a un sindicalista obscuro y torpe, amortizado hace ya tiempo para un sindicalismo moderno, incapaz de juntar a unos pocos de sus afiliados el día 1 de mayo? Nadie...
En ese contexto de silencios y dudas, de falta de principios y candor político, es una equivocación, un autoengaño, refugiarse en el discurso del líder que, afortunadamente, estuvo bien. Es una exageración, una petulancia a la que el político sensato no tiene derecho, resaltar que Rajoy vapuleó a Zapatero. ¡Sólo faltaba que hubiera sido al contrario! Por favor, sean realistas. Inteligentes. Ajustar las palabras a los hechos nunca es sencillo, pero, por favor, esfuércense por buscar las palabras que reflejen de verdad el hecho político más relevante desde el 30 de Diciembre: Zapatero se recupera lentamente pero, por desgracia, con calculada seguridad del zarpazo que nos lanzó a todos los ciudadanos la banda criminal ETA.
Sé que no es fácil, más aún, no está al alcance de cualquiera describir la realidad con fidelidad y sin autoengaños, pero es menester que lo intentemos por la memoria de la sangre derramada de dos seres humanos. No basta con decir que Rajoy ganó en el Congreso de los Diputados a un Zapatero hundido. Falso. La política, hacer política, es otra cosa bastante más seria. Entre tanta autosatisfacción por el discurso de Rajoy en el Congreso de los Diputados, intentemos eludir la frivolidad levantado acta de la única pregunta que recorre la mente de los ciudadanos más inteligentes de España: ¿Conseguirá el PP, más allá del Parlamento, vencer la endiablada estrategia "política" de Zapatero?