Rodríguez Zapatero llama "accidentes mortales" a los atentados etarras. Los etarras, a su vez, dicen que el alto el fuego sigue vigente después de haber asesinado a dos personas y dinamitado un edificio entero. Las coincidencias entre el gobierno socialista y los etarras o los batasunos –lo mismo da– venían siendo llamativas. Ahora ya son clamorosas. Tanto Rodríguez Zapatero como los etarras han decidido que la realidad no existe, que se puede decir cualquier cosa, que la propaganda sustituye a la política, no digamos ya a la moral.
Por eso resultaba un poco sorprendente que UGT se negara a incluir la palabra "Libertad" en el lema de su manifestación contra el PP y la AVT. Es cierto que los sindicatos, sobre todo desde que en buena medida se han convertido en organismos subvencionados por el gobierno, no tienen el menor interés en defender la libertad. Más bien al contrario, tienen pavor a la libertad. Ahora bien, habiéndose convertido la UGT en correa de transmisión del socialismo zapateril, era extraño que no hubiera aprendido todavía que en buena doctrina zapateril las palabras no significan nada, igual que la realidad no existe.
Cándido Méndez, al final, se ha enterado de qué va el asunto. Así que en la pancarta de la manifestación de Madrid han metido la palabra "libertad", con el añadido de "la vida". Prefiero evitar cualquier sarcasmo, por respeto a la seriedad del asunto y a la memoria de las víctimas.
De todos modos, la aparente confusión no debería engañar a nadie sobre el fondo del asunto. Y es que el gobierno de Rodríguez Zapatero no tiene política antiterrorista. Utiliza, o más bien pretende utilizar a los terroristas para expulsar del panorama político español al centro derecha y fundar un nuevo régimen social-nacionalista.
Ya hemos empezado a ver los resultados. El atentado del día 30 de diciembre es un jalón, otro más, de esta política bautizada "proceso de paz". Política que no está suspendida ni lo estará mientras Rodríguez Zapatero siga gobernando.
Por eso, en mi opinión, el Partido Popular ha hecho bien pidiendo que se suspenda, esta vez sí, la convocatoria. Los cambios de lemas y de pancartas evidencian el horror –en el estricto sentido de la palabra, esta vez– de la situación sobre la que se pretende hacer un ejercicio abominable de manipulación de la opinión pública. Si en el PSOE de Rodríguez Zapatero quedara algo de decencia, aceptarían la propuesta del PP de inmediato.
Claro que para eso habría que reconocer antes algunas cosas. Por ejemplo, que los atentados son atentados y no accidentes, y que las familias de los asesinados en atentado se merecen el apoyo de las autoridades, es decir, que los gobernantes asistan a los funerales. Cosa que no han hecho ni Carmen Chacón en Ecuador, ni un solo miembro del gobierno en Madrid. Pues bien, les pagamos para eso, para que estén ahí, compartiendo el dolor y representándonos a todos. Han demostrado una vez más que sólo se representan a ellos mismos... y a sus colegas.
Hay que recordar, por cierto, que Aznar no dejó de asistir a un solo funeral de una víctima del terrorismo, salvo en algún caso excepcional por cuestiones de seguridad.