El comunicado de los criminales de ETA ha dejado claro que el "proceso de paz" con el Gobierno sigue abierto. He ahí el principal argumento para que nadie en su sano juicio "simule" manifestarse contra ETA cobijado en la palabra más querida por ETA. Es el mundo al revés. Ante esta ceremonia de la confusión, instalada por ETA y el Gobierno, debemos actuar con cautela, especialmente a la hora de utilizar la palabra paz. Ejemplar ha sido la crítica contundente que ha hecho Rouco Varela a quienes demandan una paz abstracta siguiendo el "razonamiento" perverso de ETA: busquemos la paz porque estamos en guerra. Rouco Varela ha sido preciso al razonar: "En España no falta la paz porque haya guerra, sino porque hay terroristas que amenazan la vida y la libertad de sus semejantes." La sutileza de Rouco Varela me anima a ratificarme en lo escrito por mí hace unos días en El Mundo de Andalucía.
Sí, porque los ciudadanos, las víctimas del terror, no estamos en guerra con nadie, deberíamos usar la palabra paz con sumo respeto a la verdad, al Estado de Derecho, que es la condición de la paz. Sin embargo, muchos imbéciles creen que por pronunciar la palabra paz, o decir que están por la paz recibirán un palmadita de reconocimiento a su estulticia. Pobres. El problema es que embaucan a buenas personas hasta mancharlas e infectarlas con sus gazmoñerías cobardes. Se contarán por miles los que saldrán a la calle a gritar paz y, por supuesto, diálogo sin saber que lo hacen en nombre de los objetivos terroristas de ETA. Penoso. El Gobierno autonómico vasco ya ha convocado una manifestación con el falso lema "Por la paz y el diálogo" a la que se ha adherido, naturalmente, el PSOE-PSE. Los llamados "sindicatos de clase", en Madrid, también han convocado una manifestación al servicio del Gobierno con un lema parecido: "Madrid por la paz", pero por su mala conciencia y peor mala fe se han obligado a agregar: "contra el terrorismo". Aunque estos lemas ya sólo engañan a los inmorales que quieren engañarse, no puedo dejar de recomendar que se abstenga de asistir a esos aquelarres sindicales.
Digámoslo sin rodeos. Estos lemas "por la paz" sólo son ilustraciones de los objetivos del nacionalismo y el terrorismo, a saber, "si queremos que no haya más muertos, aceptemos las demandas políticas de los terroristas". Y a eso se dedica la izquierda en general, y el Gobierno en particular, a "persuadir" a los ciudadanos de que la mejor manera de acabar con los terroristas es uniéndose a ellos. He ahí la principal tarea de Zapatero en el Gobierno, que no piensa cambiar ni un milímetro. Por lo tanto, olvídense de que el PSOE vuelva al Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo. Nada ni nadie, excepto Prisa, hará cambiar al socialismo su alianza con el nacionalismo y el terrorismo.
Naturalmente, en esta labor conjunta del nacionalismo y la izquierda, hay "accidentes trágicos", como llama Zapatero a los atentados terroristas, que obligan a revisar los métodos de adoctrinamiento, a priorizar los tiempos y las asignaturas de esta perversa pedagogía que conducirá, finalmente, a la población a entregarse a su "tolerante" doctrina universal de que todo vale para alcanzar la paz. Así, uno de esos "accidentes", utilizando el inmoral lenguaje del presidente, ha sido el atentado criminal de Barajas, que debe servir antes para insistir y promocionar la doctrina de la "paz", o sea, entregarse a los criminales, que para combatir y derrotar a los asesinos. A partir de ahora, todo lo que haga este Gobierno, naturalmente, incluidas las manifestaciones bochornosas que le convoquen los famosos "sindicatos de clase", no tendrá otro objetivo que persistir en que sólo alcanzaremos la paz entregándonos al dictado: paz por territorios.
"Paz por territorios" sigue siendo la coincidencia entre Zapatero y los terroristas. Es el estro trágico que eleva al criminal a hombre político. Es, repito, el mundo al revés. Los responsables de este invento son el Gobierno, los sindicatos, cientos de periodistas y miles de profesorcitos alabando a la famosa palomita... No se dejen engañar con la palabra paz. Digan verdad.