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Ignacio Cosidó

El fin del principio

Tan sólo un día después de la triunfal comparecencia del presidente del Gobierno, los hechos han demostrado que en contra de sus propias profecías no estamos mejor en la lucha contra ETA

La explosión de un coche bomba en el aeropuerto de Barajas, causando previsiblemente dos víctimas mortales, debería suponer el fin definitivo del proceso de negociación con ETA emprendido por el presidente del Gobierno. Si Rodríguez Zapatero mantiene vivo ese proceso después de este atentado, aunque sea en suspenso, significará que habrá dado el paso definitivo desde un irresponsable proceso de negociación política con los terroristas a un inaceptable proceso de claudicación frente al terror. Tras el atentado de Madrid, Zapatero no puede limitarse a suspender toda forma de dialogo con ETA, sino que debe reconocer que fue un error emprender ese camino y debe rectificar de inmediato su política antiterrorista volviendo al Pacto por las Libertades para reemprender la senda de la derrota del terrorismo.

Uno de los factores que más inquieta de la bomba colocada por ETA, después del sufrimiento que ha causado a sus víctimas y a toda la sociedad en su conjunto, es que se produzca el día después de que el presidente del Gobierno expresara su optimismo sobre su denominado "proceso de paz", alardeara de que "no hay bombas" y descendiera un escalón más en su proceso personal de claudicación moral ante ETA definiendo los asesinatos ejecutados por los terroristas como meros "accidentes mortales". El atentado en Barajas demuestra hasta qué punto el presidente del Gobierno ha caminado desnudo en este proceso, sin querer asumir la realidad, sin más base que una fe ciega en su buena estrella, metido en un laberinto en el que no existen más salidas que la vuelta atrás o la rendición definitiva ante los terroristas.

La bomba de ETA nos demuestra a su vez que el presidente del Gobierno estaba haciendo equilibrios imposibles en el trapecio de la negociación con los terroristas sin una red de seguridad adecuada. En los últimos meses el ministro del Interior ha venido alardeando de que el proceso iniciado por Zapatero era asumible porque el riesgo ante el fracaso era menor dada la debilidad de ETA, insinuando que los terroristas no podían en realidad dar un solo paso sin que él lo supiera anticipadamente. Por el contrario, el atentado de Barajas parece haber sorprendido por completo al Gobierno y ha demostrado que el alto el fuego declarado por ETA ha servido a la banda para recomponer sus estructuras, para rearmar sus arsenales y para incrementar su capacidad de intimidar y asesinar.

Pero por encima de la capacidad táctica de los terroristas, este proceso de negociación política ha servido para demostrar a ETA que el terrorismo puede ser un instrumento rentable para la consecución de sus objetivos políticos. La predisposición mostrada por Rodríguez Zapatero a satisfacer las demandas por las que ETA ha asesinado a casi mil inocentes durante más de tres décadas, a los que por desgracia es posible que debamos sumar ahora dos nuevas víctimas mortales, ha ofrecido, a los ojos de los criminales y de sus cómplices, no sólo una justificación histórica de esos asesinatos, sino sobre todo un horizonte estratégico en el que reafirmar la utilidad de su doctrina asesina.

Tan sólo un día después de la triunfal comparecencia del presidente del Gobierno, los hechos han demostrado que en contra de sus propias profecías no estamos mejor en la lucha contra ETA. El proceso de negociación con los asesinos emprendido por Zapatero ha sido algo peor que un lamentable error, ha sido una inmoralidad. Ha sido un error porque ha supuesto abandonar una política de lucha contra el terrorismo basada en el consenso político y en la determinación de vencer al terror que había llevado a ETA al borde mismo de su derrota. Ha sido una inmoralidad porque ha traicionado los principios democráticos más básicos sobre los que se asienta nuestra convivencia y porque ha dado la espalda a quienes más han sufrido a causa de la barbarie terrorista.

La comparecencia del presidente del Gobierno tras este brutal atentado ha sido decepcionante por mantener una ambigüedad calculada sobre la continuidad del proceso de negociación con los terroristas que resulta inadmisible tras este atentado. Pero a estas alturas no es ya muy importante lo que diga el presidente del Gobierno. Lo importante es lo que tiene que hacer. Y lo que tiene que hacer es poner fin definitivamente a este irresponsable e inmoral proceso de negociación con los terroristas, lo que tiene que hacer es volver cuanto antes al Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo, y lo que tiene que hacer, además de condenar con la máxima contundencia este atentado, es demostrar su más firme determinación para vencer definitivamente al terror utilizando para ello todos los instrumentos de nuestro Estado de Derecho. En esa tarea puede contar con el apoyo del PP y el de la inmensa mayoría de los españoles.

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