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Disparate nacional

¿Quién es el culpable del disparate nacional que vive España? Estoy convencido de que la sociedad española tiene el Gobierno que se merece. Es una sociedad lanar que vota socialista por servidumbre voluntaria.

Ramón Jáuregui quizá sea el político vasco más nefasto que ha tenido el PSOE en la democracia, entre otras razones, porque siempre habló y actuó como si fuera el más listo de la clase, cuando no ha dejado de ser nunca un chisgarabís en manos del nacionalismo vasco. Sus últimas declaraciones son la mejor prueba de que el Gobierno ya está preparando un Estatuto para dar cobijo al terrorismo. Era previsible –algunos lo habíamos dicho hace meses–, pero me deja estupefacto que lo anuncie el portavoz del PSOE en la Comisión Constitucional del Congreso, porque eso significa que harán un Estatuto nuevo sin importarles la Constitución. Lo decisivo es que ETA participe en el "juego político" sin detenerse en lo que nos importa: derrotar a ETA.

Si la Constitución para un miembro de la Comisión Constitucional es sólo un objeto de trueque con los terroristas, entonces todo está permitido. Vivimos instalados en un disparate nacional. España no es un país normal. ¿Exagero? Por desgracia, creo que me quedo corto. Tres ejemplos son suficientes. Primero, en el País Vasco es imposible vivir en libertad. Los terroristas lo ocupan todo. Segundo, en Cataluña a los niños españoles les impiden aprender español. El complot de nacionalista y socialistas ciega cualquier rayo de inteligencia. La basura nacionalista es una plaga. Tercero, en el resto de la nación la gente sobrevive imitando al perro del fabulista Esopo: no se molesta en limpiarse de pulgas porque volverían otras iguales.

¿Quién es el culpable del disparate nacional que vive España? Estoy convencido de que la sociedad española tiene el Gobierno que se merece. Es una sociedad lanar que vota socialista por servidumbre voluntaria. Los psicólogos sociales deberían explicar los extraños motivos que llevan a los individuos a votar, o sencillamente preferir, antes a quien les hace daño que a quien pudiera ayudarles a revolver sus problemas. Está en la naturaleza de este Gobierno desgobernar y crear problemas nuevos cada día a sus ciudadanos. Sin embargo, las expectativas de votos del PSOE, según todas las encuestas, apenas bajan si tenemos en cuenta los estropicios que perpetra este Gobierno. La base socialista vive feliz y contenta. Los votantes socialistas son implacables con la oposición y condescendientes hasta la estupidez con los suyos. Los votantes socialistas no actúan por razones sino por la fe. Sí, sí, por fe, a pesar de los fracasos de la izquierda... El gran tema de nuestro tiempo consiste en pensar, precisamente, cómo la izquierda en España se hizo creyente de un partido que todos los días la traiciona.

Quien piense hasta sus últimas consecuencias el trasvase de la fe cristiana al socialismo, tendrá en sus manos la posibilidad de poner fin al disparate nacional que vive España. En todo caso, esperemos que la reflexión sobre la España de Zapatero no nos conduzca al esperpento o la nostalgia; aunque, entre una y otra, hay quien prefiere describir pinturas y estatuas imaginarias. Es un juego entretenido que suele terminar con interrogantes de Perogrullo del tipo: ¿quién es más perverso, Zapatero o sus apologistas? ¿Quién hace más daño a la nación, los políticos socialistas o sus votantes? Ya digo, en este final de año, Maese Perogrullo sienta sus reales y no deja de interrogarse sobre el inmediato porvenir: ¿convocará elecciones generales anticipadas Zapatero? Creo que no; pero, por si acaso, preparémonos para lo peor. España, sin duda, es empeorable.

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