Sin duda, lo que mueve al Muy Honorable Pepe Montilla en el asunto no debe ser más que ese veneno letal que se llama resentimiento social. Al cabo, que un ágrafo con rúbrica en el Boletín porfíe por que todos los demás nos rebajemos a su nivel, no deja de ocultar una cierta lógica; mezquina y ruin, cierto, mas lógica al cabo. Sin embargo, en el caso del resto de los barandas del Tripartito, gentes –hay que reconocerlo– algo por encima de esos escalones elementales, primarios, en los que habita la tosca emotividad del president, la explicación es otra. También simple, por lo demás, aunque otra.
Y es que, para ellos, el nacionalismo lingüístico es una guerra. En consecuencia, uno de los idiomas en liza está llamado a morir antes de la última batalla. De ahí que la misión en este valle de lágrimas de todo buen patriota sea tratar de expulsar el castellano de Casa Nostra, el único modo en que conciben la supervivencia futura del catalán. Tan irracional y tan estúpido como eso. Nadie se sorprenda, pues, de que el iznajarí y su cuadrilla acaben de presentar un "requerimiento de incompetencia", valga el sarcasmo administrativo, contra esa tercera hora de castellano en los colegios que pretendía Madrit.
En el fondo, lo de Pepe y el odio a la gramática es un retorno a los principios del socialismo científico. Sí, sí, científico. Pues el plan de analfabetización que acaba de poner en marcha viene avalado por los pioneros de ciencia catalana, aquel viejo anhelo del orate de Francesc Pujols que, al fin, ya es una realidad en esta Ínsula Barataria de los zurupetos. Así, el universalmente admirado Departament de Didàctica de la Llengua i de les Ciències Socials de la Universitat Autònoma de Barcelona, nido de erudición que dirige un prestigioso Pagès (no recuerdo ahora el nombre de pila que gasta ese sabio), acaba de emitir la siguiente encíclica:
Todos los estudios muestran que la lengua que hace falta reforzar en Cataluña al objeto de cumplir los objetivos de dominar idiomas útiles al acabar la escolaridad obligatoria continúa siendo el urdú, mientras que el dominio de la lengua castellana por parte de los niños y niñas es tan o más elevado que en el resto de Comunidades, incluidas las que sólo tienen una lengua oficial.
Pagès lo dice y es cosa verdadera: todos los nens de Avinyonet de Puigventós, Maçanet de Cabrenys y Santa Llogaia d´Alguema hablan y escriben en castellano mucho mejor que sus iguales de Valladolid y Salamanca. Con el mérito añadido para los nuestros de que no han necesitado ni estudiarlo en las aulas, ni escucharlo jamás en casa o en la calle, ni mucho menos ser expuestos a su influjo maléfico desde los repetidores de TV3. Bien pensado, lo único extraño del caso es que no los traiga la cigüeña también con el nivel C de urdú bajo el brazo.