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Antonio Robles

La lengua común de los catalanes

A partir de ahora, ya no nos identificará como pueblo, ni en su nombre multarán a nadie, ni excluirán de salida a ningún aspirante a unas oposiciones, ni estará sola en callejeros ni libros de texto, ni será la única lengua oficial del presidente de la Ge

Qué supersticiosos son a veces los políticos laicos. Ha dicho Josep Carod Rovira que es preciso despolitizar la lengua. La lengua catalana, ya saben, porque para el nacionalismo en Cataluña sólo hay una lengua, la lengua propia. Dice que es necesario "despolitizar la lengua, pasar de una lengua política a una lengua nacional". Según él, "es preciso que el catalán se convierta en el idioma común de todos los catalanes".

En el Estatuto de 1979, al catalán se le daba rango de "lengua propia" por una cuestión de antropología cultural; se aludía a que era lengua nacida en tierras catalanas. Pero con el andar del pujolismo, la lengua propia adquirió rango jurídico y se convirtió en "la única lengua propia de Cataluña". ¿Cómo no convertir en lengua única de instituciones la única lengua propia? De ahí el resto.

Pues bien, precisamente ahora que el fenómeno Ciudadanos ha conseguido hacer visible el derecho a emplear las dos lenguas oficiales y, sobre todo, despertar el entusiasmo de miles de personas por ese discurso, nuestro responsable de política lingüística le cambia el nombre al atropello para conjurar el revés. Ahora habremos de hablar de "lengua común"; ya saben, "la lengua propia", es decir "la lengua nacional". Qué supersticiosos son a veces los políticos laicos. Creen que con cambiar el nombre de la cosa basta para apoderarse de la realidad o hacerla nuestra.

Nuevamente la incongruencia de los razonamientos nacionalistas: no toleran al español como lengua común de todos los españoles, pero les parece estupendo que el catalán lo sea en exclusiva de todos los catalanes.

Sea como sea, a mi me ha gustado la propuesta nominalista del señor Josep Carod Rovira. Quiere "despolitizar la lengua". A partir de ahora ya no será utilizada para representar a la nación, sólo será un instrumento de comunicación al modo y manera como es instrumento comercial un mercado de abastos. A partir de ahora, ya no nos identificará como pueblo, ni en su nombre multarán a nadie, ni excluirán de salida a ningún aspirante a unas oposiciones, ni estará sola en callejeros ni libros de texto, ni será la única lengua oficial del presidente de la Generalitat. ¡Por fin cualquiera podrá hablar catalán sin que le confundan con un catalanista!

¡Mare de Deu de Montserrat! Este es el mayor atropello que se hizo nunca contra la doctrina oficial del pujolismo. La lengua, el instrumento más sofisticado de construcción nacional convertida en una vulgar lengua sin bandera ni himno. Aunque a para ser exactos, Jordi Pujol lo había dicho antes, mucho antes, precisamente cuando la resistencia en Cataluña al monolingüismo que él impuso le acusaba de utilizar el idioma con fines políticos. Era entonces y lo es ahora, el reconocimiento implícito de que la lengua catalana se ha venido utilizando políticamente. Aunque él, naturalmente, lo decía porque no podía tolerar que otros pudieran reivindicar los derechos lingüísticos que él mismo, políticamente, estaba pisoteando.

Por fin el castellano será sólo una lengua de comunicación y cualquiera podrá esparcirla por el aire y degustarla en tertulias radiofónicas sin que sus hablantes sean considerados fachas. Todo un hito, sí señor, lo conseguido por el genio de nuestro vicepresidente. Y hay quién todavía piensa que en Cataluña se merman derechos en nombre del idioma... ¡Malandrines!

Tanto nos ha relajado la buena nueva que nos estamos planteando ir a 80 kms. por hora por las autopistas del área metropolitana de Barcelona y si alguno no llega hasta la noche podrá adquirir un piso de alquiler forzoso a cuatro euros. Curas laicos, barrunto.

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