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Mark Steyn

Que se jodan los judíos

A primera vista, esto suena como una confirmación admirablemente concebida del más conocido eslogan de James Baker sobre "el proceso de paz" de Oriente Medio: "A los judíos que los jodan. De todos modos, no nos votan nunca".

El Iraq Study Group de James Baker parece haber sido formado con los mismos criterios que la lista de asistentes a la última boda de Liza Minnelli. Una alineación galáctica: Donna Summer, Mickey Rooney, los Doobie Brothers, Gina Lollobrigida, Michael Jackson, Mia Farrow, Little Anthony y los Imperials, Jill St. John. Eso fue la boda de Liza, no la Comisión Baker. Pero en ambas reuniones, todo el mundo que fue alguien estuvo allí, sin que importara el tiempo que había pasado desde que fueron alguien. Así, el fabuloso Baker boy ha estado acompañado por los políticos de la era Clinton Leon Panetta y Bill Perry, el compañero de golf de Clinton Vernon Jordan, el colega de correrías sexuales de Clinton Chuck Robb, la quintaesencia del republicano "moderado" Alan Simpson, la tránsfuga por excelencia en las votaciones del Tribunal Supremo Sandra Day O'Connor...

Dios, no puedo seguir. Preferiría ver a Mia Farrow morreándose con Mickey Rooney con un elepé de los Doobie Brothers de fondo. Como plato principal, la Comisión Baker concluyó sus deliberaciones invitando a testificar –redoble de tambores, por favor– al senador John F. Kerry. Si eres uno de esos idiotas que abandonan la escuela, acabas en Irak. Pero si eres sofisticado y pedante, acabas en una comisión sobre Irak. Para redondearlo está, como no podía ser menos, el copresidente Lee Hamilton, ex congresista por Indiana. Como recordará usted, también copresidió la Comisión del 11 de Septiembre, en cumplimiento del Artículo II Sección 5 de la Constitución de los Estados Unidos, que afirma: "El monopolio del conocimiento sobre política exterior, seguridad nacional y demás asuntos de gravedad deberá ser investido en un congresista jubilado del noveno distrito de Indiana, siempre que tenga un aspecto lo bastante venerable. En el caso de que acabe incapacitado, su lugar será ocupado por Jill St. John". Pediría la creación de una comisión especial para examinar si necesitamos todas estas comisiones especiales, pero probablemente harían que también la presidiera Lee Hamilton.

No me entienda mal, me gustan los tributos humorísticos tantocomo al que más y estoy seguro de que la conversación entre Jim Baker y John Kerry ha sido el mejor en años. ¿Pero no le parece un poco parroquiana? Además de Kerry, me pregunto si a la Comisión se le pasó por la cabeza escuchar a alguien como Goh Chok Tong, el ex primer ministro de Singapur. Hace un par de años, en visita a Washington justamente cuando la locura de lo de la vorágine sin prudencia de los medios Demócratas se ponía en movimiento, él lo resumía con singular belleza:

El asunto clave ya no son las armas de destrucción masiva, ni siquiera el papel de la ONU; es la credibilidad de Estados Unidos y su voluntad de prevalecer.

Como indico en mi nuevo libro, parece que el gabinete de ministros de Singapur lo entiende mucho mejor que los senadores, congresistas y ex secretarios de Estado de Estados Unidos. O, como declaraba al New York Times uno de los Grandes de la Comisión Baker: "Tenemos que desplazar el debate nacional sobre si mantenemos la estrategia a cómo iniciar el camino de salida".

Una "estrategia de salida" en esos términos no solamente es el camino de salida de Irak, sino también de un montón de lugares más, incluyendo Irán, Corea del Norte, Sudán, Venezuela, Rusia, China, y las Islas Sándwich del Sur. Porque América se revelará ante el mundo como un fraude. Una hiperpotencia que es todo apariencia y que carece de poder o, al menos, de voluntad. Según el New York Sun, "Un consejero experto de la comisión Baker-Hamilton espera que el panel de diez miembros recomiende que la administración Bush presione a Israel para hacer concesiones a cambio de que Irán y Siria se sienten en una conferencia regional..."

A primera vista, esto suena como una confirmación admirablemente concebida del más conocido eslogan de James Baker sobre "el proceso de paz" de Oriente Medio: "A los judíos que los jodan. De todos modos, no nos votan nunca". Esas recomendaciones parecen encaminadas a joder a los judíos a base de bien convirtiéndolos en la moneda de cambio para Irak. Pero espere un momento. Si Israel puede ser obligado a abandonar los Altos del Golán y otros territorios, como sugieren algunos fantasiosos, con el fin de persuadir a sirios e iraníes de que dejen de matar a las fuerzas de la coalición en Irak, nuestros enemigos aprenderán una importante lección: el mejor modo de debilitar a Israel es matar norteamericanos. Estoy completamente a favor del cinismo al estilo Baker, pero me parece que eso no solamente jodería a los judíos, sino también a los estadounidenses.

Sería además una demostración particularmente despreciable de una idea que le escuché el otro día a Bernard Lewis, nuestro principal académico sobre Oriente Medio: que "Estados Unidos es inofensivo como enemigo y traidor como aliado". Castigar a tus amigos como medio de recompensar a tus enemigos por matar a tus fuerzas parece una parodia casi textual de esa sentencia. En último término, Estados Unidos se estará castigando a sí mismo. El mundo comprenderá que Vietnam no es la excepción, sino la norma.

Ha sido extraño ver a mis compañeros en la derecha enfocando Irak como un problema de personal y suministros. Muchos piden que se envíen más tropas a Bagdad, otros afirman que las fuerzas armadas norteamericanas en su conjunto son demasiado pequeñas y están demasiado ocupadas. Mire, Estados Unidos es responsable del 40% del gasto militar del planeta: gasta más dinero en sus fuerzas armadas que los siguientes 43 ejércitos más grandes combinados, desde China, Gran Bretaña y Francia pasando por toda la lista de éxitos del gasto militar hasta Montenegro y Angola. ¿Pero no es lo bastante grande para derrotar a una insurgencia confinada a un radio de 30 millas de una capital del desierto?

No son los aviones, los tanques, los hombres, las protecciones. Es la voluntad política. Puedes tener el mejor coche de la ciudad, pero no ir a ninguna parte si no pones el pie en el pedal. Hace tres años, cuando era obvio que Siria e Irán estaban violando con impunidad las fronteras de Irak, debimos haber hecho lo que hicieron los británicos en la presunta "confrontación" con Indonesia hace 40 años, cuando plantaron cara a Yakarta haciendo con el recién independizado estado de Malasia lo que Damasco y Teherán están haciendo hoy a Irak. Las fuerzas británicas, australianas y malayas llevaron a cabo incursiones a bajo a nivel letalmente eficaces en Indonesia, manteniendo al enemigo a la defensiva y ganando la guerra sin que apenas apareciera una palabra en la prensa. Si el propósito estratégico de invadir Irak era crear un efecto dominó regional, entonces jugar a la defensiva durante tres años en el triángulo sunní no tiene sentido. Nunca debimos habernos dejado atrapar en la zona verde. Si tenía que haber una zona verde, tendría que haber estado en el lado sirio de la frontera.

Quizá las propuestas de la Comisión Baker no demuestren ser tan vacías e irrisorias como las filtradas a la prensa. Pero si lo son, el presidente no debería prestarles ninguna atención. Una rendición bipartidista sería una sorprendente autohumillación de Estados Unidos. Y una vez que el resto del mundo ate cabos, la Zona Verde va a ser Estados Unidos.

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